N° 81. «LA MALDAD DE UNA PERSONA, INCONCEBIBLE.»

Esta vivencia no tiene nada de graciosa; en realidad es cruel y demuestra hasta donde puede llegar la maldad de una persona. La persona que hizo esto, una mujer, tenía como único objetivo hacerle daño a mi madre. Pero cual podría ser el motivo?. Por mas vueltas que le doy no lo puedo imaginar. Lo que si tengo claro es que no se trató de una broma de mal gusto. Es demasiado fuerte para serlo. Pero ahora que estoy imaginando quien pudo haber sido, estoy casi seguro, el motivo fue sin lugar a dudas el peor de los pecados capitales: LA ENVIDIA. El motivo hacerla sufrir. Siempre le tuvo envidia. Era una mala persona. Mi hermano y yo de niños pensábamos que era media bruja.

 

Les cuento la historia tal cual ocurrió: Era una mañana del verano del año 1.976. Estaba yo trabajando tranquilamente en la oficina de la empresa en la que estaba empleado, cuando me llamó mi madre por teléfono llorando y gritando que apenas le entendía lo que me quería decir. Me asusté muchísimo al oírla en ese estado y cuando al fin pude entenderla me dice entre sollozos: “Pepe corre para tu casa que me acaba de llamar tu hija Sonia diciéndome que había fuego en la casa y que estaban solos ella y Pablo”. Se pueden imaginar como me quedé?. 

 

No sabía que hacer y mi primera reacción fue la de salir corriendo a coger el coche para ir a mi casa, pero antes de llegar a la puerta de salida de la oficina me di cuenta de que no llegaría a tiempo porque estaba muy lejos de mi casa. Después pensé en llamar a los bomberos, pero tampoco llegarían a tiempo de salvar a los niños si la casa ya estaba ardiendo. Luego reaccioné y decidí llamar por teléfono a la vecina de enfrente, doña Remedios, que después de oírme lo del fuego en la casa salió corriendo y empezó a tocar el timbre de mi casa insistentemente; le salió a la puerta mi hija Sonia. Enseguida me la puso al teléfono y me dijo que estaba todo bien y que estaban viendo los dibujos animados en la tele ella y Pablo. Que mamá había ido al supermercado hacía un momentito. Sonia entonces tenía ocho años y Pablo seis y eran unos niños muy tranquilos y obedientes. Le pregunté si había llamado a abuela Lola y me dijo que no. Le dije que le dijera a mamá que me llamara cuando llegara y después de colgar rompí a llorar, debido a la gran tensión que estaba sufriendo y sobretodo de alegría al constatar que no sucedía nada. Agradecí que en ese momento estuviera solo en la oficina.

 

Me di unos segundos para tranquilizarme y luego llamé a mi pobre madre para tranquilizarla. Ella seguía llorando desesperada pensando en lo que les habría ocurrido a sus queridos y únicos nietos. Cuando logré tranquilizarla diciéndole que los niños estaban bien y que no hubo ningún incendió, le pregunté que de donde había salido esa noticia del fuego. Entonces mi madre, que en ese momento se encontraba sola pues mi padre estaba trabajando, me explicó que había recibido la llamada de una niña que le decía, angustiada: “Abuela, abuela, soy Sonia. Estamos solos Pablo y yo y hay fuego en la casa”. Y sin más detalles la niña corto la llamada. Fue entonces cuando, desesperada, me llamó a mí. 

 

Pudo haber sido una broma?. Imposible. A quien se le ocurre gastar una broma de ese calibre?. Luego, más tarde, con la cabeza fría ya, saque la conclusión de que la persona que lo hizo fue con intención de hacerle daño a mi madre y quizás también a mi, pues estaba claro que esa persona sabía que mi madre me llamaría de inmediato.

 

Al final todo resultó ser una maldad. Un susto de infarto. Estuve pensando mucho tiempo a ver si podía descubrir quién pudo haber sido para denunciarla. Llame a Telefónica a ver si podía identificar el número pero me dijeron que esa información solo se podía dar por orden judicial. Pero como no tenía a nadie a quien denunciar….. incluso llegue a sospechar de una  mujer, pero como no se podía demostrar nada lo dejé correr hasta que lo pude sacar de mi cabeza, pues tuve muchas pesadillas que me impedían dormir relajado durante bastante tiempo.