Tal y como les decía en mi vivencia número 26, a mediados de 2013 había decidido compartir mi vida entre Cuba y Gran Canaria, con una señora con la que me sentía bastante bien. Porque no lo logré?. De eso trata esta vivencia que aunque es personal quiero que conozcan un hecho muy poco común y difícil de creer aquí en canarias; porque como verán más adelante la culpa fue por uno de los peores pecados capitales: “La envidia”.
Cansado de vivir solo desde 2008 en que murió mi esposa y una vez pasados los cuatro años de doloroso luto, durante los cuales los sentimientos están aún a flor de piel, me empezó a entrar la necesidad de buscar pareja pero la cosa no es nada sencillo; a pesar de que lo intenté no encontré aquí ninguna mujer que me gustara como para vivir con ella y compartir mi vida. Es cierto que conocí a varias señoras pero todas buscaban algún interés; dos de ellas al poco tiempo de conocernos me pidieron incluso dinero prestado, medio millón de pesetas, que por supuesto no les di, pues estaba seguro que no me lo devolverían. Otra tenía mucha prisa en venirse a vivir conmigo y cuando le pregunté lo que ella iría a aportar a la pareja me contestó que su cuerpo y nadita más…. En fin, que no encontré a ninguna mujer que me atrajera de verdad como para vivir en pareja.
Un día un amigo llamado Lorenzo Alemán, me invitó a acompañarle a un viaje a Cuba que tendría lugar unos 10/15 días más tarde. Le dije que lo iba a pensar y que ya le diría.
Yo había ido a Cuba con mi esposa en el año 2007 en un viaje de 15 días organizado por La Orden del Cachorro Canario, y la parte que vi de la isla me había gustado, a pesar de la miseria que se veía por todas partes. Así que me anime y me fui con Lorenzo a la ciudad de Sancty Spiritus, que está situada en el centro de la isla y a unos 400 km. de La Habana, y que yo no conocía. El amigo tenía novia allí y cómo llevaba varios años yendo a la isla dos o tres veces al año ya conocía a mucha gente de allí. Hoy en día vive aquí, en la ciudad de Arucas, felizmente casado con su novia cubana.
Este viaje tuvo lugar el día 14 de Mayo de 2012 y fue agotador pues a las casi 3 horas de vuelo de Gran Canaria a Madrid hay que sumarle las 9 horas de vuelo de Madrid a La Habana. Y a estas las más de 4 horas de coche de La Habana a Sancti Spiritus, por una carretera muy estrecha y llena de baches. Nos había ido a recoger al aeropuerto un amigo cubano de Lorenzo, que iba circulando a una velocidad media de 100 km/hora. Una temeridad sobre todo por el mal estado de la carretera, pero el ya conocía hasta los baches pues ya estaba acostumbrado a ella, según me dijo ante mis temores a un accidente.
Al día siguiente por la tardecita, después de haber descansado de la paliza del viaje, el amigo me presentó a una señora que conocía por medio de un matrimonio amigo y que se llama Reina, que es veterinaria y tenía entonces 49 años; 20 menos que yo. A mí me gustó nada más verla y pronto simpatizamos pues yo también le guste a ella. Estaba separada desde hacía varios años y vivía sola.
Yo estaba quedándome en una casa que alquilaba habitaciones a los turistas, (allí nos llaman jumas), y disponía de una habitación dormitorio bastante amplía y un baño completo privado, vamos una suite; también hacía allí las tres comidas del día. En fin, que estaba totalmente a gusto pues el trato que recibía era familiar, exquisito. Pues bien, a partir del primer encuentro me veía todos los días con Reina y los fines de semana alquilaba un coche y nos recorríamos los pueblos de los alrededores. Nos enamoramos y a la semana siguiente ya intimidamos.
Estuvimos cerca de un mes. A partir del siguiente viaje ya me quedaba en la casa de Reina. Estaba tres meses, me volvía para canarias donde pasaba un par de meses e iba de nuevo para Cuba. Mi mantenimiento diario allí me costaba más barato que en Las Palmas, pues yo aquí comía diariamente en un restaurante y en Cuba en casa de Reina. Por eso me lo podía permitir.
A los dos años decidimos casarnos para que me concedieran el carnet de residente permanente y ya podía estar todo el tiempo que quisiera, pues estos matrimonios no eran válidos en España salvo que lo comunicaras a la Embajada española y por tanto no peligraba mi pensión de viudedad. También era necesario para poder quedarme en la casa de Reina, pues al turista le obligaban a residir en algún hotel o residencia para generar divisas al país. A Reina ya le habían advertido de mi situación.
A partir de ahí ya no tenía plazos para salir de la isla y mi estancia más larga fue de ocho meses seguidos. El tiempo se pasaba volando, pues me sentía muy a gusto allí. Había vuelto a recuperar la felicidad.
Su casa era muy humilde y tenía muchas carencias. La primera noche no pude dormir de lo duro que era el colchón. Lo primero que hice al día siguiente fue comprar uno que era muy cómodo. El viejo lo regaló porque en Cuba no se tira nada, es tal la miseria que hay. Unos días más tarde compre una cama con sus mesas de noche, que ella no tenia, pues la cama que tenía se movía por nada y estaba a punto de caerse al suelo. También regaló la vieja cama. Al poco tiempo viendo que mi ropa no había donde ponerla compré un armario. Cuando vi que lavaba la ropa en una pequeña pileta que era muy incómoda le compré una lavadora. Más tarde y para mi propia comodidad compré un microondas y algunos cacharros de cocina. Y por último le regale una moto eléctrica que también pensaba usar yo. También le pague el arreglo de la cocina poniendo una barra que la dividía del pequeño salón. Esto es necesario que lo cuente porque al final fue lo que motivó mi desilusión y salida de Cuba.
Estaba tan feliz allí que decidí comprar una casa que fuera más cómoda y algo mayor. Habíamos elegido una que estaba en las afueras de Sancty Spiritus e incluso alcanzamos un acuerdo en el precio. Así que puse en venta uno de mis pisos en Las Palmas de Gran Canaria, pues no disponía del dinero suficiente para la compra más la construcción de una piscina en un terreno anexo. Lo que tenía pensado era compartir el año entre canarias y Cuba. Lo que pasó es que con la crisis que había en España entonces fue imposible vender. No hubo manera ni bajando mucho el precio de venta.
Yo no me daba cuenta, ni Reina tampoco, pero los vecinos de toda la calle y más aún los más próximos, estaban pendientes de todo lo que entraba en la casa de Reina.
Es sabido que la miseria provoca la envidia y sus vecinos veían el cambio cuantitativo que había dado la vida de la doctora Reina, (así llaman allí a los veterinarios, doctor/a en animales, y así le llamaban a ella). Pues bien, esta situación fue generando la envidia de toda la gente que vivía en su misma calle, e incluso en su trabajo que le tiraron la moto varias veces al suelo mientras estaba debidamente aparcada.
En 2013 EEUU declara el fin del bloqueo a Cuba y pensando que España también lo haría y validarían los matrimonios celebrados allí, lo consultamos con una abogada y nos dijo que era muy probable que así sucediera. Por lo que nos divorciamos de mutuo acuerdo temiendo que me quitaran la pensión de viudedad, la cual necesitaba para cubrir mis necesidades financieras. Seguimos viviendo exactamente igual y seguí disfrutando de la tarjeta de “residencia permanente”. Mientras seguía con mis idas y venidas.
En Diciembre de 2014 vuelvo a Cuba para pasar juntos las navidades y el fin de año, pero a los pocos días de llegar me pongo enfermo. Viene una doctora a verme, (nuera de Reina a la que ya conocía), y no me encuentra nada que justifique la enfermedad, pues no tenía fiebre ni dolencias. No se lo explicaba. Lo cierto es que no tenía fuerzas para levantarme. Me encontraba muy débil. Era algo extraño.
Me da cita en el Hospital General de Sancty Spiritus para que me hicieran una analítica. Esa fue mi primera decepción en Cuba pues en la misma habitación donde me iban a sacar la muestra de sangre la gente que esperaban su turno estaban sentados en el suelo; era la visión dura de un país tercermundista.
El resultado del análisis fue bueno y no había nada que justificara mi estado de debilidad. Pasa el primer mes y seguía igual, apenas salí de la casa y pase en la cama todas las fiestas navideñas; la doctora
estaba preocupada pues seguía sin encontrar motivo alguno. Lo cierto es que apenas me podía levantar de la cama de lo débil que me sentía. También había perdido el apetito y comía muy poco, por lo que estaba perdiendo peso.
A mediados del mes de Enero, me pregunta Reina que si no me importaba que fuera a ver a un señor que conocía que era licenciado en Psicología y que quería hacerle una consulta. Le dije que sí y se lleva una foto reciente mía y me cuenta que desde que la vio le dijo textualmente: “Este hombre está maldecido”. Reina ya sospechaba algo de eso. Le mandó hacer una serie de cosas, como poner unas determinadas hierbas debajo del colchón y otra poner un cubo de agua al intemperie toda la noche y luego bañarme con ella por la mañana pudiéndola calentar; eso durante varios días y alguna otra cosa que no recuerdo.
Poco a poco me fui encontrando mejor y fui recobrando el apetito y las fuerzas. Desde que pude, a principios de febrero de 2015 saqué el billete de avión y me vine para canarias, para mi casa. Reina también lo estaba deseando pues sabía que me hacían daño a mi para hacerla sufrir a ella y no quería verme sufrir a mí por “su culpa”. Estaba claro que todo había sido producto de la envidia, ocasionada sin duda por la miseria.
Yo creo que la “envidia” es el peor de los pecados capitales, pues es capaz de generar en una persona los sentimientos más ruines, y como consecuencia las acciones más deplorables.
Tengo que aclarar que yo nunca he creído en brujerías, pero desde aquel momento ya no lo tengo tan claro. La magia negra cubana existe, decían.
Y así acabó mi aventura en Cuba que entre idas y venidas duró cerca de tres años. Esa experiencia me marcó y tenía claro que yo ya no podía vivir allí. Ni siquiera podía ir de visita. Por eso nunca más he vuelto, y mi relación con Reina se ha ido enfriando hasta el punto de que ya ni siquiera mantenemos ninguna comunicación. Mi primera intención era traerla para acá pero al final no pudo ser. No le concedieron el visado pata salir de la isla. Y así acabó esta linda relación.