La monologuista habla sobre la violencia machista narrando sus propias vivencias personales. Estará este sábado 23 de abril, a las 20:30 horas

Pamela Palenciano llega al Auditorio de Teror con su monólogo “No solo duelen los golpes”

La actriz, comunicadora y activista feminista, Pamela Palenciano, estará el próximo sábado 23 de abril en el Auditorio de Teror, a las 20:30 horas, presentando su monólogo “No solo duelen los golpes”, contra la violencia de género. Las entradas para la función en Teror, no recomendada para menores de 14 años de edad, están disponibles en entrees.es, al precio de 5 €.

“No solo duelen los golpes” narra la vivencia personal de Palenciano en su primera relación de noviazgo. Una relación que se tornó violenta con el paso de los seis años que duró. Este monólogo autobiográfico conecta con la historia universal de las violencias machistas y la construcción de estereotipos que generan la desigualdad que permite ejercer la violencia sobre otra persona en todos sus niveles. Partiendo de sí misma, de su propia experiencia, y a través del humor ácido, de la ironía, del drama e interactuando con el público, Pamela consigue tocar la vida personal y generar consciencia y preguntas. 

Pamela Palenciano (Andújar, Jaén, 1982) lleva más de dos décadas dejando huella por varios países del mundo con esta puesta en escena, una tragicomedia narrada en primera persona sobre las violencias machistas, fruto de la propia experiencia del maltrato. 

El reconocimiento y aceptación de Palenciano empezó en las aulas de institutos y universidades, en casas okupas y asociaciones de barrios, donde representaba ‘No solo duelen los golpes’. Luego, en las comunidades más abandonadas de varios países de Centroamérica. Hasta llegar a convertirse en un referente del movimiento feminista así como del movimiento social y artístico en el ámbito nacional e internacional.

Palenciano empezó a realizar este monólogo “porque estaba muy cansada de que se rieran de mí, de que me juzgaran. Contaba mi historia y era yo la juzgada, no él [el maltratador]. Y vi que lo que funcionaba era la risa. Hablar con una rabia descarnada sin humor dentro era algo muy bestia. Encontré que era más fácil para el público, pero también para mí, porque, si no, era muy agobiante recordar todos los días lo mismo sin la distancia teatral y del humor”.