Sentía dolor, no sabía localizar qué parte de su cuerpo era exactamente. Sí podía describir con todo lujo de detalles que era un dolor profundo e inespecífico como si procediera del alma. De repente, comenzó a sentir pinchazos en diferentes partes de su cuerpo, unos más suaves otros más fuertes, como si alguien con algún objeto punzante se lo estuviera deslizando y clavando a través de su piel.
 
Siempre había sido una persona fuerte y valiente, al menos así se consideraba o así la vida se lo había demostrado.
 
Cuando ya su umbral del dolor no pudo aguantar más, acudió a pedir ayuda…
 
Sus esperanzas estaban todas puestas en ese lugar y en esas personas, pero ese ansiado camino que decidió comenzar para que su salud mejorara definitivamente, en realidad fue un calvario que a día de hoy, nadie se puede explicar ni encontrar explicación alguna a lo acontecido que parece que nunca acabará. 
 
Aquí sigue, soportando un dolor que poco a poco lo lastima más, pidiendo «a gritos» una solución, para que alguien le ayude a continuar la vida que como tantas otras personas comenzamos con ilusión, esperanza y mucho amor. 
 
Sigamos poniéndole voz a José a través de nuestras palabras y reclamaciones, para que pueda tener una vida digna y para que esto no le suceda a nadie más, que pueda encontrarse en algún momento en esta misma situación, que repito, ninguna explicación tiene ni tendrá.