2023 tan solo es una fecha en el calendario, un catálogo lleno de notas, apuntes y deseos. Todo ello será un sin sentido si no le ponemos la precisa dosis de consciencia. Es en el óptimo estado de consciencia cuando lo inerte recobra vida, valor y trascendencia.
Se ilumina el camino y avanzamos mirándonos, sintiendo la presencia del otro. En ese otro estás tú, identificado en cada pensamiento y acción. Comenzamos a ser, y siendo hacemos posible vivir plenamente entre luces y sombras, asumiendo la imperfección de nuestras decisiones , respondiendo con serenidad, firmeza y flexibilidad a la adversidad. También al gozo del placer en el encuentro de la mirada, en el aliento de las palabras, en el silencio de los latidos, en la memoria de la piel.
Podemos mirarnos al espejo y decir, hola, te conozco desde siempre, sin embargo ahora te veo por primera vez. Me alegro de reconocerte en la sonrisa, en las arrugas de tus dudas, en las lágrimas de tus recuerdos. Si, sé quién eres y me alegra saber que soy yo, pero también que seas tú, porque yo soy tú.
Y también sé que la vida está atravesada por el amor que la constituye y da forma. Una forma manifestada en la luz de tu rostro y el mío, convocados al tagoror de la amistad.
Le dijo la flor a la mariposa, (en la belleza que nos asiste, estamos destinados a vivir entre la sutil medida de la distancia y el tiempo.)
La febril intensidad del amor fagocita el sentido de la vida, nos coloca entre la voracidad de los acontecimientos y la eternidad del ahora.
Nos indica las orillas del oceano, la vulnerabilidad del navegante, las fortalezas de sus convicciones, pero sobre todo, nos revela la realidad de las realidades donde solo encontramos la verdad cuando miramos hacia el insondable horizonte de nuestro mundo interior.
Ahí está nuestro poder, y en él, las respuestas al misterio de nuestra existencia.
En ocasiones al despertar, podemos encontrar seres de luz en nuestro camino que nos acompañan en algunos trayectos.
Con ellos vivenciamos, experimentamos emociones que permiten conocernos más y mejor. Que cierran heridas y abren nuevos caladeros donde nutrirnos de emociones, sentimientos que se alinean con nuestra misión de vida, que dan sentido a pensamientos perdidos en el laberinto de la mente, entre el ruido de los dogmas, las costumbres sociales, la cultura de las creencias y las toxicidades perturbadoras.
Respiramos, y nos encontramos suspirando la alegría del instante, la intensidad de la brisa entre los labios que se besan sin condiciones, libres de prejuicios y absortos en un profundo respeto a la divinidad del Ser.
Nos miramos, no necesitamos nada más para completar el ciclo del agua, de la vida.
Erg.