Hace algunos días llevo escuchando en los informativos y leyendo en varios artículos que “se acerca la noche más terrorífica del año” refiriéndose a la noche de Finaos, el 31 de octubre y lo que de verdad me parece terrorífico es cómo han convertido una celebración de solemnidad, respeto, recuerdos y vivencias; en un circo del terror, vacío y sin sentido, alejado de nuestra cultura y de nuestro sentimiento comunitario.
Viene siendo costumbre por mi parte, en estas fechas, reivindicar la conciencia de mantener nuestras costumbres, pero sobretodo de proteger nuestra cultura y nuestra identidad, sin permitir que otras invasoras, se adueñen del protagonismo pasando los Finaos, el día de todos los Santos y el día de todos los Fieles Difuntos a un segundo plano. Tan rica es nuestra tierra y nuestra cultura tradicional y popular, que cada rincón de Canarias tiene una forma peculiar de conmemorar los Finaos, bailes de finaos, ranchos de ánimas, lamparillas de aceite, visitas y preparación de tumbas y cementerios, reuniones familiares y un largo etcétera. En nuestro municipio, La Aldea de San Nicolás, nuestra idiosincrasia juega un papel fundamental en la configuración de nuestras tradiciones, y así como no se usaban los bailes de finaos y las parrandas, sí que se usaban las visitas al cementerio para rezarle a sus difuntos y engalanar sus tumbas, encender en casa las lamparillas de aceite para librar a las Ánimas del purgatorio y reunirse en familia para contar anécdotas y recordar a los que ya no están compartiendo los productos de la época.
Pero, no menos terrorífico me parece que se haga un concierto en un cementerio municipal, hay plazas, parques y espacios suficientes donde poder realizar un acto lúdico-cultural de este tipo, que aunque quiera revestirse como homenaje, carece de todo sentido. Un Campo Santo, es un lugar sagrado y de máximo respeto por todo lo que ello representa y por quienes allí yacen.
En definitiva, no cierro la puerta a las novedades que llegan, lo que sí tengo claro es que mi identidad cultural va por delante y no debemos permitir que se borre una memoria colectiva, por una noche de fiesta y jolgorio.