El caso Rubiales o cómo morir matando

Lo acontecido la última semana con el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, ha generado una gran cantidad de reflexiones que como sociedad debemos saber leer.

La primera de ellas es que hace falta más educación en Igualdad en los centros educativos, porque sigue habiendo lagunas en lo que se refiere a la libertad y dignidad de las mujeres. Y ha sido, precisamente, la consecución del título mundial del fútbol femenino la que lo ha vuelto a poner de manifiesto.

En este sentido, la propia Jenni Hermoso ha experimentado un cambio radical de postura desde que se produjo el famoso beso hasta ahora, pasando de verlo como algo aceptable en el contexto a todo lo contrario. Y es que eso, precisamente, es un reflejo de la tradición cultural de nuestro país, en el que muchas mujeres, todavía hoy, no saben que han sido víctimas de acoso o agresión sexual. En definitiva, no saben identificar el límite, porque esa evolución de pensamiento aún no ha terminado de asentarse, a pesar de la lucha, en este sentido, de las féminas.  

Por otro lado, se da la paradoja de que Rubiales tiene tres hijas, a las cuales ha llevado a la rueda de prensa en la que no ha dado su brazo a torcer con lo que, a todas luces, era inminente: su dimisión. Es más, las ha utilizado para exculparse, dirigiéndose a ellas para que no caigan en el “falso feminismo”, porque “la igualdad no es diferenciar cuando hay una opinión entre lo que dice el hombre y lo que dice la mujer; hay que diferenciar entre la verdad y la mentira”. Ver para creer.

El todavía presidente de la RFEF, institución que no ha sabido representar a nivel mundial y que la ha distanciado de los propios valores que debe transmitir el deporte, habla de “asesinato social”, cuando él es el único responsable de su comportamiento en una final que ha podido ver todo el mundo. Y menos mal, porque si no su estrategia sería negar los hechos. Señor Rubiales, por favor, no se ría más de las mujeres que a lo largo de la historia han sufrido este tipo de abusos y que, encima, no podían denunciar porque estaba mal visto o aceptado socialmente.  

En definitiva, si hacemos un análisis de su comportamiento, primero, y de sus pseudodisculpas, después, podemos llegar a la conclusión de que no ha entendido absolutamente nada, que su pensamiento arraigado es machista y que, por tanto, no nos representa. No queremos ese referente para nuestros niños y niñas.

Por último, un dato: el mundo del fútbol masculino, en su mayoría, lo ha arropado, pues han sido pocos los que han mostrado públicamente disconformidad con su posicionamiento, que llegan, además, tarde, muy tarde. Para hacérselo mirar.

Gema Díaz Díaz

Directora del ‘Movimiento Más Nosotras’