Parece que los tiempos futuros no van a ser tan malos como imaginamos, ni sucederán los apocalipsis climáticos, ni nos arruinarán las sucesivas crisis económicos que provoque el neocapitalismo liberal, ni los robots nos quitarán el trabajo, ni se complicará el paro ni se vaciará la hucha de la Seguridad Social, ni peligran las pensiones, ni las españolas dejarán de tener descendencia, ni nos visitarán cientos de cayucos como hasta ahora sucede. Según los últimos informes, los jóvenes del archipiélago contemplan su futuro con buenos ojos y repiten como los más optimistas entre todos los jóvenes del país. Menos mal, porque Canarias suele estar en cabeza de índices poco recomendables como el porcentaje de divorcios, el número de alumnos que abandonan los estudios antes de tiempo, el índice de pobreza infantil y un largo etcétera. Al contrario: nuestros jóvenes, la generación mejor preparada de la historia, se siente optimista y no comparte la desmoralización del resto. Menos mal que algo bueno nos iba a tocar en este mundillo de sondeos, estadísticas, perspectivas, análisis macroeconómicos, etcétera.

Recuerdo haber leído anuncios que se publicaban en el ABC y otros diarios de la época, en los que se solicitaban licenciados para incorporarlos a las empresas, y se indicaba con claridad aquella frase famosa: “Abstenerse titulados en La Laguna, Oviedo y Murcia”. Las universidades más modestas por sus presupuestos quedaban fuera de los índices de calidad. Hoy en día, cuando tenemos muchas más universidades, y cuando también florecen las privadas, ningún empresario sería capaz de publicar algo así, pues a menudo salen alumnos extraordinarios de los centros más modestos.

Y ahora sabemos que, a pesar de la incertidumbre económica que se respira, a pesar de la inflación, de las crisis bancarias, del bajo poder adquisitivo de los salarios, a pesar de que según señaló Tamames en el debate de la moción de censura podemos volver a las dos Españas de 1936, a pesar de un largo etcétera poco optimista, el 42 por ciento de los isleños entre 15 y 21 años cree firmemente que la situación del empleo juvenil va a mejorar en los próximos cinco años. Frente a esta percepción, vemos que el 41,4 por ciento de los preuniversitarios españoles estima que el mercado laboral sí se va a complicar, según expone el VIII Informe Young Business Talents, que analiza las cuestiones que los estudiantes consideran importantes cara a su vida adulta.

A la hora de entrar a trabajar en una empresa, los jóvenes sobre todo buscan estabilidad laboral, pues la precariedad les afecta de manera muy especial, por ello priorizan poder mantener un empleo que dure lo máximo en el tiempo. En el Archipiélago, de los 189.000 parados que registró el SEPE el pasado mes de febrero, el 34,37 por ciento tenía entre 25 y 45 años. Además, en comparación con el año anterior, los recién incorporados al mercado laboral (menores de 25 años) experimentaron el mayor aumento de desempleo, con un incremento del 23,8 por ciento. Puede que esas cifras no quieran significar que haya aumentado el paro, sino que, entre los que buscan su primer empleo hubo más proactividad por acudir a las oficinas del servicio público de empleo.

Algunos jóvenes no tienen miedo al futuro, sobre todo si hablan varios idiomas, el inglés y el alemán tienen preferencia a la hora de quedarse en Europa. Hemos llegado tarde a la enseñanza bilingüe en los institutos, pero ya se están viendo sus efectos positivos. Esta generación, tan preparada, sabe que probablemente tendrán que emigrar si pretenden un trabajo más allá de las posibilidades que les podrían proporcionar los servicios turísticos. Como isla agrícola por excelencia tan solo permanece La Palma, incluso tras el descalabro del volcán.