Entrevistas por el curso de defensa personal impartido en la Universidad Fernando Pessoa

El pasado día 08 de marzo se realizó un curso de defensa personal en la Universidad Fernando Pessoa, ubicada en la ciudad de Guía, al noroeste de Gran Canaria, impartido por el Sensei Martín González, Doctor en Medicina del deporte, maestro internacional de artes marciales, Kobudo, defensa de personal civil, policial y militar, kobudo policial 7ª Dan y Premio “Charter 100” por su gran labor formando a mujeres para que puedan defenderse en caso de agresión o abuso.

Con él  está José Mendieta, uno de sus colaboradores, de 51 años, que reconoce abiertamente que son pioneros en la defensa personal femenina en Canarias y que también se encargan de facilitar la defensa policial. Desde 1993 ha estado participando en diversas actividades relacionadas con la defensa personal, aunque es en 2003 cuando comienzan a impartir los cursos de defensa personal femenina. Se reconoce un amante de las Artes Marciales y de la Seguridad, teniendo una gran sensibilidad ante esta lacra social que les la violencia, y en especial contra las mujeres, esas mujeres que  se pueden encontrar en situaciones determinadas donde su forma de actuar, su templanza y formación, independientemente de su edad, puede hacer que acabe de una forma bien distinta a la prevista por el agresor. Recomienda mucha formación, información y también entrenamiento, además de cuidarse de  no frecuentar determinadas zonas, a determinadas horas donde pueden existir más riesgos para su persona. A la hora de participar en esta formación le mueve su respeto y lealtad hacia su maestro, Martín González.

Pedro A. Sosa, de 54 años, lleva desde los 13 años en el mundo de la defensa personal y colabora esporádicamente, cada vez que puede, en estos cursos de formación. Ve muy positivas las charlas impartidas donde se demuestra la gran experiencia que Martín posee en este campo, además de sabiduría, potenciando que las mujeres que puedan ser víctimas de cualquier abuso ya no sean tan vulnerables, salvaguardando su vida e integridad personal. Cabe destacar el que la juventud cada vez está más formada, y eso es lo que hay que hacer, sin llegar a la obsesión, intentando evitar siempre el conflicto y buscar una vía rápida para solicitar ayuda, intentando no ser habituales de las zonas de conflictos que existen en cualquier ciudad.

Entre las asistentes al curso se encuentra Fátima Luján Medina, de 60 años, y ella reconoce que se animó a solicitar plaza en el taller el hecho de que vivimos momentos malos en cuestión de agresividad y eso le preocupa,  por lo que se siente satisfecha por haber aprendido cómo podemos hacer frente y defendernos en algunos momentos desagradables que se nos pueden plantear en la vida. Opina que para vivir el día a día se necesita fortaleza y voluntad, y poseyendo ambas se es capaz de enfrentarse a todo lo que se presente, y por ello anima a las personas que se sientan vulnerables o puedan encontrarse en situaciones de peligro para que aprendan a defenderse y con ello vivir más seguras de sí mismas y en mayor libertad.

Sole de los Reyes Almeida, de 59 años, también asistió al taller, animada porque a veces se siente insegura y se ha asombrado de cuántas cosas tan prácticas ha aprendido en tan poco tiempo en este taller, animando a otras mujeres a aprender a protegerse, por eso anima a que las entidades públicas, desde los colegios a diversos colectivos, a que se animen a impartir este tipo de curos y talleres, pues reconoce que su experiencia ha sido muy buena y además considera que es fundamental para sentirse más fuerte, más protegida.

Josefa Marta Gil Jiménez, de 43 años, se animó a ir al curso gracias a la insistencia de su amiga Laura. Las numerosas técnicas de defensa que aprendió las considera muy prácticas y se encuentra capaz de defenderse a sí misma, animando a su familia y amigos a realizar este taller. La experiencia que vivió fue muy buena.

Laura Velasco, de 50 años, ha sido una gran entusiasta de este taller, animando también a sus amigas a realizarlo. El gran incremento de ataques a las mujeres por parte de hombres en grupo, algunos de otras culturas, ha hecho que se animase a asistir este 8 de marzo a la Universidad, además de que el que la acompañasen sus amigas hizo que se entusiasmase más aún. Reconoce haber aprendido y refrescado conceptos, técnicas de defensa personal y no solamente de forma física, sino a nivel legal. La eterna indefensión que tienen las mujeres frente a sus agresores la conmueve y no acaba de entender el porqué no emerge ese lado animal que todos tenemos dentro, ante el peligro. Quizás es en la edad adulta, a partir de los 30 años, cuando la mujer se empodera y se siente más fuerte, y los atacantes suelen elegir a quienes no les plantan cara ni les crea problemas sometiéndose, a los más débiles, y por tanto se debe estar preparadas para poder reaccionar, además de evitar  ciertos lugares a horas inadecuadas en la noche con el fin de evitar a posibles atacantes con perfiles psicológicos conflictivos.

Pino, de 52 años, llegó al taller a través de la información que le pasó un amigo, y no sólo fue ella, sino también la novia de su hijo y una amiga de esta última, ambas de 25 años. El taller le ha resultado muy interesante, y opina que ha de integrarse en la población a través de las escuelas, por ejemplo, para poder así evitar las situaciones de peligro en las que nos podamos ver abordados, obteniendo así confianza y seguridad, evitando los miedos y obsesiones, haciendo caso de las recomendaciones realizadas en el curso. Está segura de que existe más gente buena que agresores, pero  estos últimos son los dañinos.

Ángeles Suárez, de 59 años, nos indica que esta ha sido la primera vez en este tipo de actividades, pero dada su profesión de vigilante de seguridad sí que ha hecho anteriormente algún curso de defensa personal. En su opinión las mujeres más jóvenes son las preferidas para los ataques violentos, especialmente los de índole sexual, y que es a partir de los 35 años, aproximadamente, cuando ya están más avispadas para reconocer el peligro y así tener más posibilidades de evitarlo. A su hija siempre la enseñó a no dudar ni un instante  en llamarla si en algún momento se encontraba ante una adversidad, como una vez que se sintió vulnerable. También prefiere que se quede en casa de sus amistades hasta que amanezca a que se venga a casa sola, y siempre le ha advertido de no dejar su copa sola. Esta joven es hoy funcionaria de prisiones, y aconseja ser valientes y denunciar siempre que haya una agresión, además de aprender a defenderse en cursos como éste.