EL VANDÁLICO TALADO DEL ÁRBOL DEL MURO DE ADRIANO.
Voy a aprovechar este hecho para reivindicar el uso de la inteligencia social. Ya, vale, voy a perder el tiempo. Pero mi granito quiero poner. La noticia es que el árbol del tipo sicomoro situado en el Parque Nacional de Northumberland en el norte de Inglaterra ha sido talado en un acto vandálico que no tiene sentido. Este icónico árbol fue premiado como Árbol Inglés del Año en 2016. Estaba situado en el Muro de Adriano, designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, que servía como control del poder del imperio romano frente a los embates de las tropas britanas del norte.
Ya se ha detenido a un menor como sospechoso del talado y a una persona de 60 años de la que todavía no se ha revelado su grado de participación en los hechos. Y aquí viene mi reflexión hacia todo este tipo de gente que, por ignorancia, no se dan cuenta que dañar a la historia es dañarnos a nosotros mismos. Que coraje me da ver, en algunos de nuestros más grande monumentos, pintadas o, lo que es más grave, rayones realizados con objetos punzantes. Está claro que las quejas hay que reivindicarlas, pero cada cosa en su sitio. Dañar un monumento es insultar a nuestra cultura. Y aviso, si tu amado o amada te pone un “te quiero” grabado en una pared de un edificio histórico, déjalo ahora que estás a tiempo. Las personas que no tienen respeto, acabarán no teniéndotelo a ti, porque no se lo tienen ni a ellos mismos.
LOS “CUENTOS CHINOS” DE JORGE JAVIER VÁZQUEZ TIENEN FINAL TRÁGICO.
Mi Maestro Richard Wakefield me enseñó que para entender hay que emplear tiempo en analizar. Y para analizar hay que tener datos. Con esta premisa, un día vi el programa de “Cuentos Chinos”. Créanme que me dije, que no duraría un mes. Y, casi nunca fallo en mis predicciones. Intentaron hacer algo novedoso y se les fue de original hacia lo ridículo. Solo ver el decorado ya hacía ver que el fondo y la forma no estaban en sintonía. ¿Un programa de chismes, de los de toda la vida, pero ambientado en China? No me gustó. Ni a mí, ni a la audiencia.
Otro de los factores desencadenantes de este sonoro fracaso fue la elección del horario. La arrogancia de Jorge Javier es desmedida. Siempre he pensado que estaba sobrevalorado, pero no se podía decir nada porque la audiencia que tenía me quitaba la razón. Las tardes eran suyas. Eso implica un tipo de público muy concreto. No es el mimo que el que ve la televisión por la noche. Ahí radicó otro de los errores. El público del horario de la siesta es un telespectador de menos cultura. Siendo horario laboral, a esa hora solo están delante de la televisión las personas de clase más baja que no trabajan. Es más, este tipo de vector poblacional es más de escuchar chismes que no le hagan pensar que de oír humor inteligente. No voy a entrar en el detalle de la cantidad de gente que viendo el programa (y conozco alguna) aprovechaba para escuchar chisme hasta quedarse dormida en plácida siesta.
En resumen, que lo que vi me indujo a pronosticar su fracaso. El todo vale no es para la franja horaria de noche a la que se incorporan la gente que tiene trabajos estables y con un poco más de criterio de selección. No es de extrañar que, a esa hora, triunfen los programas de Pablo Motos o El Gran Wyoming. Telecinco sigue en picado. Ya no le funcionan las fórmulas que antaño la pusieron en la cima. Pienso que la gente está harta de tanta confrontación en la tele, la política, las redes sociales. Creo que estamos empezando a decir ¡basta! Queremos ser felices y que nos cuenten cuentos chinos.
LA SUERTE DEL INDEPENDENTISMO CATALÁN.
Seguimos a vueltas, hoy que se cumple el sexto aniversario de aquel 1 de octubre donde se “represento” el simulacro de referéndum en Cataluña, con la perreta del independentismo de seguir exigiendo su derecho al plebiscito previo a la secesión. Ahora, tras el fallido intento del PP de hacerse con el gobierno, el balón está en el tejado del Partido Socialista. Todos hemos escuchado ya, hasta la saciedad, que los partidos predominantes regionalistas catalanes se han puesto de acuerdo para solicitar al Señor Sánchez las condiciones para el apoyo y que pueda formar gobierno. Y, a mí, se me antojan imposibles. Debatible es la ley de la amnistía. Hay que decidir, que queremos. Por un lado, los que dicen que no se puede permitir que hayan cometido un delito y no vayan a pagar por ello. Lícito. Por otro, los que prefieren perdonarles, a cambio de la paz y la estabilidad. Licito, también, porque una de las misiones de un gobierno es el bienestar de la población. Haciendo borrón y cuenta nueva, se lograría una calma que beneficia al conjunto de la sociedad. Claro, que eso mimo dirían los que decían que la ley de memoria histórica no trae más que confrontación. Y, como siempre, todos vemos las cosas tal y como nos conviene, sin usar razones.
Al independentismo catalán le ha venido Dios a ver (los no creyentes pueden aludir a la suerte). Los resultados electorales pusieron al partido Puigdemonita como llave para la investidura del gobierno socialista. Obvio que al del Partido Popular no habría acercamiento posible. Y ya tenemos titulares todos los días. Que si el PSOE va a dividir a España, que si nos gobiernan desde Cataluña, que si todo vale por la poltrona, etc. Pero, ¿Qué hubiera pasado si alguno de los dos bloques hubiera logrado la mayoría absoluta? Pues lo que digo, todo el debate estaría cerrado. Los independentistas, perdiendo fuerza a cada paso que dan y esperando que el Juez Llarena pueda hacer que Europa nos devuelva a Puigdemont para procesarlo. ¡Qué suerte tuvieron! Se la encontraron de casualidad y la están aprovechando como Morata aprovecha los goles que le dan pegados a la raya de gol de la portería. Pues nada, a disfrutarla, que no les va a durar siempre.