MURAKAMI VUELVA A GANAR PRESTIGIO, AL PERDER LA CARRERA DEL NÓBEL.
Una cosa que siempre he tenido claro es que ser segundo, quizás, sea mejor que ser primero. El ganar te pone en un nivel que luego no se puede mantener y el segundo empieza a sacar beneficio de lo que el líder no puede abarcar. Y, he comprobado mil veces, que suele ser más suculento recoger las limosnas. Recuerdo una vez, un grupo de amigos se presentaron candidatos para ir a Eurovisión. Se quedaron a diez milésimas de representar a España. Esa noche, en la que estábamos votando con el móvil como locos para que ganaran, hubo decepción en casa tras quedarse a las puertas. Todos menos yo, que dije: para mí van a ser los triunfadores de la noche. Eurovisión los puede devorar, pero si a estos chavales los empieza a representar un manager con buenos contactos, los saca adelante. El tiempo, como casi siempre, me dio la razón. La historia final es que llegaron a ser nº 1 de 40 Principales varias veces.
Con mi admirado Murakami me pasa lo mismo. ¿Qué no gana el Nóbel? No importa, el año que viene, que tampoco lo ganará, nadie se acordará de quién fue quién lo gano este año. De hecho, sin mirar en San Google, ¿Cuántos me podrían decir de quién fue quién lo ganó el año pasado? Pues eso. Sin embargo, todos, todos los años se acuerdan de Murakami. ¿Y eso en qué se traduce? En promoción y publicidad que se convierte en venta de libros. Yo, el año pasado me leí uno de él. Nunca he leído sus novelas, pero he visto películas basadas en ellas: la nostálgica “Tokio blues”, “Burning” en el que hicieron una película de más de dos horas a partir de uno de sus cuentos de 20 páginas y lo mismo que pasó con la nominada al Óscar “Drive my car”. Pero sí me leí, y les aseguro que me sirvió como ejercicio para ir convirtiéndome en escritor, su autobiografía “De qué hablo, cuando hablo de escribir”.
Eso sí, nosotros que somos más “listos” que los suecos, le daremos su merecido reconocimiento el próximo día 20; con el Premio Princesa de Asturias de las Letras. Grande, Murakami.
EL MUNDIAL 2030 SE JUGARÁ EN ESPAÑA… Y EN MEDIO MUNDO.
Me imagino que aquí estará de por medio, como en todo lo que rodea al fútbol, y más, a la FIFA. Hace tiempo que dejó de ser un deporte para ser un negocio. Cuando yo era más joven, esperábamos el Mundial cada cuatro años. Era exótico ver la Copa del Mundo. No queríamos perdernos nada y nos sentábamos al televisor para ver un Costa Rica contra Corea, por ejemplo. Era fútbol en su máxima expresión. Entendíamos cómo era la competición. Una fase de grupos, y luego las eliminatorias. Simple, fácil. Y todo, se desarrollaba en un país que, poco a poco, íbamos conociendo a través de los partidos. Las selecciones se concentraban en las ciudades en las que les tocaba jugar. Era todo con una parafernalia en la que lo que primaba era que todas las selecciones compitieran en igualdad de condiciones.
Ahora llega el Mundial 2030. ¿El nuestro? Porque yo ya no lo siento tan nuestro. Empezamos compartiendo sede con Portugal. Entendible. Somos hermanos y como buenos hermanos lo compartimos todo. Llegó la inclusión de Marruecos y ya metimos en casa al primo, bien avenido, pero primo; de su padre y de su madre. Quizás por ganar votos en la elección de sede o por cuestiones de política que se nos escapan a los ciudadanos de a pie, se les incluyó en el Mundial España-Portugal-Marruecos. Ya, la FIFA, empieza a tomar un rumbo que lo separa de una de las cosas que le ha dado más éxito: concentrar todas las miradas del mundo en un solo lugar. Mi opinión es que no es una buena estrategia de marketing el diversificar las sedes.
Y, por si fuera poco, ahora metemos en casa a unos primos de América. Varios partidos se jugarán en el sur del continente (concretamente en Uruguay, Argentina y Paraguay). No han explicado cómo se haría. Me imagino que el partido inaugural y todos los del grupo de ese partido se jueguen ahí, porque si no, esas selecciones que jueguen en América acumularán un cansancio que no tendrán las demás al tener que hacer un viaje extra y un aclimatamiento que les puede pasar tremenda factura. Esto incide negativamente en la máxima de la igualdad de oportunidades. Ya veremos más adelante. Por lo pronto les cuento que, ir a ese mundial, será mi regalo de jubilación. ¡¡¡Vamos Españaaaaa!!!
LA CENSURA POPULAR CASTIGA A ALFONSO PÉREZ POR DECIR LO QUE PIENSA.
El pasado mes organicé un evento sobre la Libertad de Expresión de Pensamiento en Canarias. Se formó buen debate entre los escritores invitados y los asistentes. La verdad es que, casi todos de acuerdo en que ahora tenemos menos libertades de expresión que antes. La autocensura nos limita. Nadie queremos decir nada que ofenda a otro. No por ser buenas personas, que siempre pienso que eso importa poco. Lo hacemos por miedo. Sí, sí, miedo. Un miedo atroz a que lo que digamos no sea del agrado de lo políticamente correcto. Yo, también tengo miedo. Es más, solo de escribir este artículo y que alguno lo entienda por donde sus prejuicios le den la gana, me aterra.
Pues el caso es que, en Getafe, quieren quitar el nombre de Alfonso Pérez de la denominación del estadio de fútbol. Nacido en Getafe, nunca jugó en el equipo azulón, pero puso dinero del suyo en que el equipo creciera y lo ha representado cada vez que ha podido. Y no hay que perderse de que el futbolista es uno de los deportistas más reconocidos que ha nacido en la popular población madrileña. En un alarde de sinceridad y de evaluación hizo una reflexión sobre el sueldo de las futbolistas mujeres con respeto al de los hombres. Lo que alegó ha dividido a la opinión pública remarcando que el dinero que genera el fútbol masculino es mayor que lo que lo hace el femenino. Eso no es una opinión, es un hecho, incide él. Y para eso están los datos. Se pueden constatar.
Yo no es la primera vez que escribo una de mis frases favoritas: “todos valemos el dinero que somos capaces de generar”. Quizás hablar de fútbol femenino contra el masculino es lo que levanta a las hordas de defensores de la igualdad de género por encima de la lógica. Y no. Esto no es una lucha de mujeres contra hombres, es una lucha de audiencias y público que paga una entrada. Sería lo mismo decir que ¿Por qué no gana lo mismo un jugador de mi Unión Deportiva Las Palmas que uno del Real Madrid o Barcelona? Pues, por lo mismo. Porque al Bernabéu van 80.000 personas y pagan 50 euros cada una y al estadio de Gran Canaria van 20.000 que pagan 15 euros. Si un jugador de Las Palmas ganara lo mismo que Bellingham el equipo no tendría con qué pagarle. Eso quería decir Alfonso. No habló de machismo, ni de que las mujeres no deberían jugar al fútbol. El día que llenen estadios todos los fines de semana, cobrarán a razón de ese público.
¿Qué pasará si a equipos modestos del futbol femenino les obligan a pagar un sueldo a sus jugadoras por encima de los ingresos que tienen en taquilla? Pues que no podrán pagarlos y tendrán que desaparecer. ¿Y quien tendrá la culpa? Los que no son capaces de ver que todos valemos el dinero que somos capaces de generar y, en eso, amigos; da igual que seamos hombres o mujeres o lo que cada uno se sienta en su interior. No dejen que las redes de información organizadas les digan lo que está bien y lo que mal, porque nos están infringiendo una censura que no nos hace bien a ninguno. El pensamiento libre no debe ser castigado, porque entraríamos en una dictadura. Bueno, ya estamos entrando.