Concha Velasco, la que consiguió ser la artista más querida y yeyé.
Se nos fue. Y, aunque esperado, no dejamos de sentir el duelo. Para mí, entre las 5 artistas más grandes a las que he tenido el placer de tratar. Y les aseguro, que, si como actriz y cantante fue grande; como persona lo era mucho más. Nunca llegamos a trabajar juntos, porque la vez que conseguí que quisiera hacer un papel en uno de mis cortometrajes, yo no encontré la financiación para hacerlo. Reconozco que, en aquellos entonces, yo estaba un poco “verde”. Pero la llamé y, con un emocionante talante, me confirmó que me ayudaría.
Años más tarde, cuando la llamé para que me hiciera un favor personal, ni lo dudó. Mi padre sentía verdadera devoción por ella. Los que conocen a mi familia saben que era coleccionista cinéfilo desde la niñez. Pues Concha era una reina para él. El matrimonio que me trajo a la vida hacía su 50 aniversario de casados y no sabía qué regalarles. De repente, veo que la Gran Velasco va a actuar en mi ciudad. La llamo, tan solícita como siempre y le propongo que los reciba en su camerino. Me dijo que, según terminara la función a la que los llevé si saber la sorpresa que les esperaba, conectaría el móvil para que la llamara. Así hizo. Hoy en día es fácil oír a mi mamá decir que uno de los días más felices de su vida fue cuando Concha Velasco le dijo que qué guapa era. Y mi viejita lo sigue siendo, se lo aseguro.
Se nos fue Concha, la que quería ser artista y lo consiguió con creces. La persona que nos regaló sus sonrisas siempre (en la cámara y en persona). La que consiguió subir escalones al feminismo patrio de aquella época promulgando sus teorías yeyés. Ejemplo de las jóvenes de la época, todas querían ser como ella. Es parte de esos referentes que muchas veces nos hacen falta. Llenaba la escena con su sola presencia. La obra a la que llevé a mis padres se llamaba “Yo lo que quiero es bailar” y entre canción y canción nos contaba su vida. Esa que, ahora, todos estamos valorando. Era guapísima, sin duda, y le daba a los personajes ese matiz de credibilidad y de mujer frágil y empoderada a la vez. Declaraba que nunca se sintió querida, cosa que le pesaba a pesar de los años y los romances. No les voy a relatar sus más de 80 películas y tropecientas obras de teatro, ni su Goya de honor en 2013; para eso hay muchos medios publicando su historia. Yo solo quiero decirles que se fue una que mereció ser grande… y lo consiguió. Ah, y que nosotros sí que la quisimos.
El alcalde de León pide la “Independencia” de Castilla
Siempre me ha encantado la frase esa de: “aquí, o jugamos todos o rompemos la baraja”. Eso, me da, que es lo que pretende el alcalde de León, el socialista Jose Antonio Díez Díaz. Y quiere romper la baraja de la Comunidad de Castilla y León. Pues eso, que Castilla por un lado y León por el otro. De esta manera, uniéndose a Zamora, se quiere convertir en la 18ª comunidad autónoma española.
Las desavenencias, como casi siempre, vienen producidas por los agravios históricos que dicen sentir por los desvíos económicos hacia la provincia que ostenta la capitalidad de la región y que no es otra que Valladolid. La designación de Óscar Puente, vallisoletano, como Ministro de Transporte ha levantado las espadas. Implantar en Olmedo (Valladolid) un ramal de la alta velocidad de tren y hacer que el paso a Galicia se produzca a través de Zamora y Ponferrada hace que la zona leonesa pase a ser más abandonada. Cosa contra la que quieren luchar y tener un autogobierno que se preocupe por la ciudadanía de su provincia en los justos términos que otras comarcas españolas.
Pues nada, que aquí, cuando no nos guste la forma en que se nos gobierna, nos separamos. Como en este caso. A partir de aquí es Castilla y de aquí para allá es León y punto. Yo, en temas de independencias siempre admiraré la resolución del Conflicto de Quebec en Canadá. Permitir un referéndum de autodeterminación con la condición de que, si saliera favorable, tendrían que permitir un referéndum interno para ver qué zonas geográficas querrían quedarse perteneciendo a Canadá era arriesgado pero brillante. Y, claro, sin la adhesión de ciudades importantes como Montreal a la independencia, no tendría mucho sentido. ¿Se imaginan una Cataluña libre e independiente, pero con Barcelona y Tarragona siguiendo perteneciendo a España? A que no, a que así no les interesaría. Pues eso. Que aceptamos la protesta del alcalde León por legítima, pero ahí queda.
Multan a un cine por obligar a consumir “PALOMITAS” de las suyas
Cuando voy al cine nunca compro palomitas. No porque no me gusten, si no por el precio abusivo con que nos las cobran. Este verano, mi hermana y las niñas veranearon acá y las lleve a ver “Barbie”. Como yo invitaba, mi hermana dijo “pues yo compro las palomitas”. No puede ser que le costaran más a ella esos millos explotados que a mí las entradas. No es de recibo y me indigno. Yo, como director de cine, me enrabieto en pensar en todas las personas que han trabajado en la película y que van a cobrar menos que alguien que vende granos de maíz. Esto dicho con todo el respeto a los productores de maíz, por supuesto. A mí me gustan más los nachos mexicanos que algunas de las películas que veo.
El Instituto Vasco de Consumo ha multado a las salas Yelmo a una sanción de 30.001 euros por la prohibición del consumo de comida en sus sales de productos que no se hayan comprado en la propia sala de cine. Y ahí la tenemos. A un matrimonio con dos hijos se le hace un mundo pagar las entradas para ir al cine. Ya, si les compras palomitas a los críos hace que solo puedas ir una vez cada dos meses. Y eso, si tienes nómina fija. Esto no incentiva la asistencia a ver las películas en la gran pantalla, cosa que; como todos saben va de mal en peor después de la pandemia y tras la irrupción de las grandes plataformas estrenando las películas en streaming.
Como la cadena distribuidora ha presentado un recurso a la sanción, no tiene carácter firme. Pero eso no impide, tan de moda que está ahora, a que yo inicie mi juicio mediático paralelo para protestar. Y es que, como dicta la sentencia, al prohibir entrar comida de fuera y obligar a consumir la de la sala de cine, están incumpliendo las funciones de los permisos. Lo que quieren decir con la sanción es, que una sala tiene permiso para exhibición de películas, pero no permisos para ejercer de restaurante. Que, a un kilo de millos que en el mercado constaría 10 euros; le sacan un rendimiento, por lo menos, de 120 es una realidad cuantificable. Y el que los quiera pagar, que los pague. Yo no. Never in the life.