Cuando me comentaron los pormenores vividos en la asamblea general del pasado viernes 13 de enero de la Asociación de Vecinos Aguyarem recordé un artículo leído allá por el año 2002, titulado el “efecto Dunning-Kruger (1999) : es un sesgo cognitivo, según el cual las personas con escasos conocimientos sufren de un efecto de superioridad ilusoria. Se consideran más inteligentes que otras personas y más preparadas, es decir, miden de manera incorrecta su habilidad por encima de lo real”.
Al comenzar la reunión se produjo un hecho insólito por parte de la junta directiva saliente, se negó la participación a los asociados que no se hallaban al corriente de las cuotas. Artículo 31 “es derecho de todas las personas asociadas a asistir, participar y votar en la Asamblea general.” Ni tan siquiera se especifica en ningún otro artículo de los estatutos que deban estar al corriente de las cuotas para ejercer el derecho al voto.
No conformes con esto, la misma junta negó también la participación a quienes se presentaron con la debida autorización para actuar en nombre de miembros de la asociación. Se leyó el artículo número 9 párrafo 2 “ los asociados podrán conferir, con carácter especial para cada reunión, su representación a otro asociado o persona que estimen procedente, mediante escrito dirigido a la Presidencia debidamente cumplimentada.” Es de Perogrullo indicar que con indiferencia del tipo de asamblea que se celebre, siempre se puede designar un representante; sin embargo, afirmaron “en esta asamblea no se puede actuar como representante”. Se dio la circunstancia de que una letrada actuaba en representación de una asociada y les argumentó el derecho a la representación, no sólo por estar recogido en los estatutos vigentes, sino en nuestro ordenamiento jurídico más elemental (¡puede una persona contraer matrimonio por representación pero no puede asistir como representante a una asamblea de vecinos!). Se produjo una postura intransigente, que es aquella que caracteriza a la persona por una rigidez extrema, que permanece inalterable en sus opiniones o conductas, aun cuando la evidencia o los hechos demuestran que es conveniente orientarse en otra dirección” (María Fátima Seppi Vinuales, psicóloga)
En ese momento “se aceptó pulpo como animal de compañía”: define ese estado de resignación o condescendencia en el que el sentido común dimite de sus facultades y se rinde ante lo que a todas luces parece inverosímil.
La junta directiva saliente (o al menos parte de sus miembros) mostraron un desconocimiento de los estatutos vigentes. Parece que ésta asamblea estuviese bajo el “Síndrome de Hubis”: que es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás. Es lo opuesto a sobriedad” (Isidre Martínez).
El motivo principal de reunir a todos los asociados fue para debatir si una persona miembro de la única candidatura presentada en el proceso electoral, podía ser electa o no, dependiendo de si cumplía los dos requisitos impuestos torticeramente por quienes ostentaban la representación de la asociación, ya que según algunos miembros, por un lado, era discutible su condición de asociada y por otro, carecía de una antigüedad de 6 meses, según unos modelos de estatutos ajenos a esta asociación. Ambos condicionantes fueron refutados al presentarse ante la asamblea un dictamen del jefe del Servicio Jurídico del Gobierno de Canarias. Dirección General de Transparencia y Participación Ciudadana, donde se reconoció la condición de socia y además, no se le podía exigir una antigüedad de 6 meses, por no estar recogido en los estatutos en vigor de la Asociación Aguyarem, que se hayan depositados, firmados y sellados en el Registro de Asociaciones de Canarias.
A partir de ese momento ya no existían pretextos para no validar la candidatura. Se sometió a votación. Fue validada la única candidatura con amplia mayoría, reinó la cordura frente a la necedad de unos pocos que seguían negando la legalidad de la única candidatura.
Desde estas líneas recomiendo a los asociados de la Asociación Aguyarem que se den un buen baño de democracia participativa…la piscina ya la tienen…