El Rol del Adulto Mayor en la Sociedad del siglo XXI.

De forma general a los adultos mayores se les encuadran en un arquetipo social revestido de negatividad, donde impera la irreverencia, el maltrato, y la degradación social.

Cuando nos referimos a este grupo de edad nos viene a la mente, inevitablemente, imágenes  impregnadas de  tintes  peyorativos  y  discriminatorios  y,  una  mayoría  de nosotros lo asociamos a lo ancestral, a lo improductivo, a la enfermedad y, la dependencia.

La vejez se la considera como una lacra social, dónde se resalta la miseria y la degeneración de esa persona que, en otro tiempo, fue un cuerpo joven, fuerte, vigoroso, activo y emprendedor. La mayoría de los adultos mayores no compartimos esta tesitura. Esta actitud que, parte de la sociedad manifiesta nos agravia, es falaz e injusta y, en nada corresponde con la realidad de nuestro colectivo de mayores.

La senectud en nuestra sociedad occidental se representa con un tinte pesimista y, a veces, hasta alarmista. Algunos, incluso, criminalizan a la longevidad de ser la causa del agorero futuro que le espera a la humanidad. Se acusa al colectivo de adultos mayores como responsable de un desastre social y económico mundial, ya que, según algunos, el alargamiento de la vida tendrá unas consecuencias económicas insospechadas para el desarrollo de la sociedad y que, los cuidados y atenciones que necesitarán ese grupo de nuestra sociedad conllevarán un exorbitante consumo presupuestario.

Lo  dicho  es  una  reducción  al  absurdo que, desgraciadamente  manifiestan  algunas teorías económicas contemporáneas (“el envejecimiento de la población mundial será causa de la debacle de la sociedad del bienestar”) y, son del todo infundadas.

La realidad es que, este grupo social de mayores es cada vez más importante e influyente, no sólo desde el punto de vista demográfico, sino también económico.

La respuesta ante este mensaje pesimista, torticero y negativo es la rebeldía.

Hablamos de “REBELDÍA”, en mayúsculas, magnificando una cualidad que parece ser paradigmática de la juventud. “Promulgamos” que esa condición rebelde no sólo es característica del adolescente o del adulto joven, es una actitud consustancial a la generalidad de la humanidad y que, aflora ante una orden, obligación, o imposición que sentimos como injusta. Los adultos mayores también experimentamos sentimientos de REBELDÍA ante la realidad que nos circunda, reivindicando nuestros derechos en la sociedad, a la cual podemos y queremos servir con nuestros conocimientos y experiencia de vida.

Es evidente que la población mundial está envejeciendo y ello, se debe considerar positivamente, como un éxito de progreso y desarrollo de la humanidad. No debemos permitir  que  se  relacione  el  término  vejez  a  fracaso,  y  menos  a  sus  acólitas definiciones de inactividad, dependencia, e improductividad con el que algunos analistas desean investirla.

Sí aceptamos que, se proyecte el término mayor a vocablos como equidad, dignidad, solidaridad, y experiencia.

Debemos  tomar  conciencia  que  ser  “adulto  mayor”  (reto  vivencial  de  todo  ser humano,  ya que, todos queremos vivir  muchos años) es subsiguiente a los logros científico-técnicos y, de la lucha social, que han posibilitado el aumento de la calidad de vida y el alargamiento de ésta (la inmortalidad como quimera ha sido y, será una constante de la humanidad en su trayectoria como especie).

En el año 2050, al menos un cuarto de la población mundial será adulta mayor, ¿qué sucederá cuando podamos alargar la vida hasta los 130 años, y la población mayor sea el 50% de la totalidad?, significará que el mundo y la especie se desvanecerán de la faz de la tierra.

Estos pensamientos sombríos nada tienen que ver con el futuro, por el contrario, es una visión simplista, y parcializada del proceso de transformación que estamos experimentando en la sociedad, y que, recordemos, no ha habido precedentes históricos: “Estamos siendo protagonistas de una nueva e inédita realidad: La Sociedad de los Adultos Mayores”.

Dicho lo anterior debemos plantearnos dos objetivos como adultos mayores, por un lado, propiciar desde la vertiente individual y personal un “Envejecimiento Exitoso”, activo y saludable, manteniéndonos en plenas capacidades físicas y psíquicas, y por otro, congruente a la anterior, un “Envejecimiento Emprendedor”, dando cobertura, a la  otra  cara  de  nuestra  naturaleza  humana,  satisfaciendo  nuestras  necesidades sociales, continuando como sujetos activos, emprendedores y generadores de recursos y contribuyendo a la riqueza de nuestra sociedad en transformación.

La revolución de los mayores traerá consigo una sociedad menos violenta” Francisco Cabrillo.