Como continuación a lo expuesto en el ensayo anterior y, la necesidad de propagar esa actitud de rebeldía entre los adultos mayores, analicemos el tema de si los mayores somos o no rentables, económicamente hablando, en este mundo globalizado y capitalista.
¿Cuál es la razón de poner cotas de edad (60-65-67 años) para indicar el momento en que el ser humano comienza a ser adulto mayor? Razones económicas.
¿Quién y por qué se establecen fechas que dictan el calendario del comienzo de ser adulto mayor? Razones político-económicas.
El problema surge porque nuestra sociedad anuda jubilación y vejez, a su vez, la vejez con decrepitud corporal e intelectual y, consecuentemente con la imposibilidad de tener ilusiones vitales como la pueden tener los jóvenes y, por ende, de no crear riqueza para el resto de la sociedad.
Aclaremos que la jubilación es un acto administrativo por el que un trabajador en activo solicita pasar a una situación de inactividad laboral tras haber alcanzado la edad legal para ello, esa jubilación conlleva la recepción de una prestación económica.
No existe una proporcionalidad directa entre longevidad (años de vida de una persona)
y vejez con la connotación que, solemos darle, de decadencia.
Actualmente un gran porcentaje de adultos mayores se encuentran en perfectas y excelentes condiciones físicas y psíquicas para seguir aportando sus capacidades, tanto a sus núcleos familiares como a la sociedad en general. Demostrado está que, el cerebro humano, ¡el de los adultos mayores también!, tiene gran capacidad de “plasticidad neuronal” que, le permiten adaptarse a contextos nuevos y, a la resolución de problemas, gracias a la creación de nuevas conexiones (“sinapsis”) neuronales.
¿Cuántos adultos mayores mantienen sus labores remuneradas?, ¿cuántos realizan actividades en “pro” de la sociedad y de la familia? (cuidados de los nietos, labores del hogar, voluntarios en ONGs…).
Plantearnos cuestiones como las anteriores implican otras que, algunos obvian intencionadamente. Han pensado alguna vez, ¿Cómo podría subsistir nuestra sociedad sin la ayuda de los adultos mayores? ¿Qué sucedería si los adultos mayores se pusieran en “huelga de brazos caídos” y no ayudaran a sus hijos y nietos en las actividades diarias? La respuesta es clara, sin ellos, el resto de la comunidad, la llamada “activa o productiva” no podrían seguir sus actividades económicas y, sociales. El mundo se pararía.
Los tópicos creados en torno al adulto mayor que, lo posicionan como simples consumidores de recursos, son totalmente ajenos a la realidad. La verdad es que los adultos mayores contribuimos de forma sustancial al progreso económico de la sociedad, aportando cotidianamente sus capacidades y, su laboriosidad al mantenimiento y crecimiento del sistema productivo.
Desde el punto de vista de algunas teorías, exclusivamente economicistas, se ha invisibilizado la figura del adulto mayor como productor económico, poniéndolos en la balanza de los costos, y no, como debiera ser en el de las ganancias. “Es más fácil situar al adulto mayor como pérdidas en la cuenta de resultados que como ganancias en la contabilidad de la SOCIEDAD”.
Debemos reflexionar, ¿a quién le interesa que se tenga esa visión nihilista del adulto mayor?, ¿existe en nuestra sociedad intereses, fundamentalmente económicos, que quisieran propiciar la visión que el adulto mayor es una carga, más que un aporte a la sociedad? En el análisis contable, ¿qué impera en el adulto mayor, las demandas asistencialistas o sus aportes a la sociedad?
Es común, aunque injusto, plantear una relación inversa entre vejez y fuerza productiva, sobre todo, cuando la fuerza de trabajo se considera sólo, desde la vertiente onerosa o retributiva, donde la variable económica es la que define, si las actividades realizadas por el adulto mayor son consideradas, o no, como productivas.
¿Quién se puede atrever a concluir que el adulto mayor no contribuye en la productividad de la sociedad y, porqué se le ha ubicado como simple consumidor de recursos, pasivo y dependiente, expectante de su final como persona?
Es fundamental redefinir el concepto de productividad, y aproximarnos al aportado por el Dr. Butler en términos de «la capacidad de un individuo o una población para servir en la fuerza de trabajo remunerada, en actividades de voluntariado, ayudar en la familia y mantenerse independiente tanto como sea posible» (Butler, R., 2000).
O bien, con esta otra enunciación, quizás más precisa, lo que se denomina como “envejecimiento productivo”: «… es cualquier actividad desarrollada por una persona mayor que produce bienes o servicios, sea remunerada o no, o desarrolla capacidades para producirlos«. (Bass, S., Caro, F. y Chen, Y. ,1993).
Un término más en el lineamiento actual sería, el que denomino y defiendo como “Envejecimiento Emprendedor: Es aquel adulto mayor que, sólo o en conjunción con otros de su misma o diferente edad (intergeneracional), es capaz de intercambiar recursos, generando beneficios, considerados éstos tanto desde la vertiente de la salud, social, cultural, económicos y que, dan como resultado el incremento del Desarrollo y Progreso Humano”.
DR. JUAN CARLOS ÁLAMO LÓPEZ “No es noble la rebelión por sí misma, sino por lo que exige” (Albert Ca