Terminó la vorágine electoral, aunque como canario adoptivo que me tengo, prefiero emplear “la resaca” ya que, ha sido una Situación que siguió a un acontecimiento importante. La del éxito.
Prisas, carrera de todos para intentar llegar a la meta, como si de galgos se tratara…
Por el camino, pidiendo ayuda a unos, pidiendo ayuda a otros… todo, para intentar los mejores resultados.
Por todo ello, quiero compartir con todos “mis lectores” que me honran cada día visitando la página que dirijo, el presente artículo a modo totalmente personal. Lo he titulado:
Promesas incumplidas, personas olvidadas.
Con el resultado de esto que cuento, intentaré por todos los medios que no me vuelvan a pillar, es decir, y permítanme la redundancia, no me irán a sorprender.
Se ha colaborado con unos y con otros, como empresa que espera al final el ver la compensación necesaria prometida, y, como en todas las “promesas” unos cumplieron desde el primer minuto, muy pocos, otros, no lo hicieron, y, lo peor, sin ni siquiera la más mínima disculpa al respecto.
Me gustaría, como es mi costumbre, el hablarles con nombres y apellidos, pero por respeto a las pocas personas que han correspondido, incluso de manera personal ya que, se han sentido engañadas por su propia formación política, lo hago de esta manera…
De ahí el título, “Promesas incumplidas, personas olvidadas”.
Cuando se trata de una campaña electoral, nos entregamos tanto que hasta nos olvidamos de las obligaciones familiares, solo pensamos en el éxito de las personas con las que nos comprometemos, y, de ellos, creen que con solo decir “cuando termine “esto” te compenso, en la mayoría de los casos sin ni siquiera por nuestra parte hablarles de “compensaciones”, entendiendo que se trata de la justa correspondencia comercial, como si de cualquier otra obligación empresarial se tratara.
No tienen en cuenta que, estos compromisos, llevan consigo, los gastos normales de desplazamientos, de infraestructuras, restar muchas horas de sueño, y, como dijimos al principio, horas que pertenecen a la familia. En algunos casos, aunque por nuestra parte, una vez recibido los encargos, “para tranquilizarles”, le digamos “Yo te echo una mano” se le decía o los candidatos, ellos, al final, palabras infundadas en un olvido. Envías mensajes por WhatsApp recordándoles el compromiso adquirido y no contestan… personas olvidadas.
Cuando necesitaban ayuda, te llamaban y ahí salíamos como un vehículo de carreras para cumplir, lo que, para nosotros se trataba de una obligación, llegábamos y te preguntaban… – ¿Cómo estás? Realizabas el trabajo y si no le gustaba tenías que volver y repetir lo grabado.
El trabajo no se paga con palmaditas en la espalda, o simples invitaciones a un refresco, mucho menos, con decirte que “eres un crac” … se paga, cumpliendo con el compromiso creado.
Es una lástima, pero ante este desencanto, he de decir que, para “la próxima ocasión que nos espera”, aquí no estaremos… que se busquen a otra persona, pues, nosotros, nuestro periódico y yo, no trabajamos con personas que no saben cumplir con los compromisos contraídos…
Eso sí, seguiremos informando todo lo que acontezca, de la manera más fiel, como así se merece todos nuestros lectores.
Muchas gracias por los minutos empleados en la lectura de esta “obligada” reflexión.
Fernando Malaxechevarría Suárez
Director de www.nortegrancanaria.com