Tres años y una fiel compañera en el hospital «la mascarilla»

Con la mascarilla compartimos horas interminables de guardias, evitó que nos viéramos las caras durantes muchos días, las sonrisas se escondieron y hablaron las miradas. Aprendimos a intuir qué sentimientos podrían estar viviendo nuestras y nuestros pacientes, sus familiares o los propios compañeros y compañeras en ocasiones creí que jamás volvería a desarrollar mi trabajo sin la compañía de la mascarilla, deseaba que la pandemia de la COVID-19 terminara para acabar con todas las barreras que pudieran marcar distancias con ellas y ellos. Seguiremos tomando todas las precauciones, el miedo a despojarnos de ella seguirá presente, nos protegió durante mucho tiempo siendo impresindible y haciéndonos más fuertes para afrontar todo lo que pueda venir de ahora en adelante.
Fueron necesarias durante todo este tiempo, ahora necesitamos volver a recuperar la cercanía de quienes más nos necesitan nuestras y nuestros pacientes.