El reciente pacto para investir a Salvador Illa, como presidente de la Generalitat de Cataluña, ha dejado a muchos boquiabiertos y ha generado un terremoto político de consecuencias imprevisibles para Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Tradicionalmente una de las fuerzas más firmes en el independentismo catalán, ERC parece haber dado un giro inesperado que podría interpretarse como una inesperada estrategia política o una traición a su base electoral y su argumentario de tantos y tantos años.
En medio de este panorama político tan convulso, la figura de Carles Puigdemont ha vuelto a acaparar titulares tras su sorprendente aparición en Barcelona, seguida de una fuga que ha dejado al país en vilo. Puigdemont, que llevaba años residiendo en Bélgica, regresó de manera anunciada a Cataluña, generando una mezcla de entusiasmo y tensión entre sus seguidores y detractores. Sin embargo, su estancia fue breve, ya que, apenas unas horas después, volvió a abandonar el país, dejando más preguntas que respuestas sobre sus intenciones políticas y el futuro del independentismo catalán. Este movimiento ha sido interpretado por muchos como un desafío directo a las autoridades españolas y un intento de reafirmar su liderazgo dentro del movimiento. En estos momentos todo son preguntas y dudas.
En cualquier caso, ERC, liderada por Pere Aragonès, decidió apoyar la investidura de Salvador Illa, líder del PSC, exministro de Sanidad del gobierno central y ganador de las últimas elecciones catalanas dicho sea de paso. Esta maniobra política poder haber sido vista por muchos como un paso hacia la moderación y el pragmatismo, puede, pero no sin un alto coste. Muchos de los votantes independentistas que confiaron en ERC para avanzar en el camino hacia la independencia más prudente y no tan desafiante como pudo haber sido la de otras formaciones catalanas independentistas, se sienten ahora engañados y traicionados de ahí la justa aprobación y consulta a la asamblea de estos días. La percepción de que el partido ha abandonado sus principios fundamentales en pos de un acuerdo de gobierno puede tener repercusiones devastadoras en las próximas elecciones.
Aquí el claro ganador en Cataluña es Pedro Sánchez, sí, ha ido eliminando esa imagen de partido autoritario, el del 155 y claro, si ya no es enemigo, ¿contra quién pueden pelear las fuerzas independentistas? ¿A quién pueden ahora echar la culpa de todos los males? El discurso emocional del procés se ha quedado huérfano de protagonistas, ya no hay malos, solo quedan los “buenos” …
Un ejemplo similar se vivió en Galicia en 2005, cuando el BNG (Bloque Nacionalista Galego) decidió apoyar al PSG para desalojar del poder al PP (Partido Popular). Aunque a corto plazo logró introducir políticas de corte más nacionalista y progresista, el BNG sufrió una significativa pérdida de apoyo en las siguientes elecciones debido a la percepción de sus votantes de haber cedido en sus principios. El resto ya es historia.
Con este panorama, JUNTS per Catalunya, el partido de Carles Puigdemont se mantiene como el único representante claro del independentismo catalán. La base separatista, que no está dispuesta a transigir con el gobierno central, podría volcarse en masa hacia JUNTS, fortaleciendo así su posición en el parlamento catalán. Puigdemont, exiliado en Waterloo y, símbolo en vías de extinción del movimiento independentista, podría capitalizar esta oportunidad para consolidar su liderazgo político y atraer a los desilusionados con ERC.
Y para el PSOE ¿cómo queda la cosa? Gana músculo territorial que necesita recuperar cuanto antes tras las últimas participaciones electorales. Además, el pacto entre ERC y el PSC no solo tiene repercusiones en Cataluña, sino que también plantea desafíos para el PSOE en el resto de España. Las concesiones hechas por Illa para asegurar el apoyo de ERC, como mayores competencias autonómicas y posibles beneficios fiscales, son vistas con recelo en otras comunidades autónomas y dirigentes del propio partido, parece que algunos líderes socialistas se han unido a la causa Page, al entender que reciben un trato desigual y una falta de solidaridad. Esto podría debilitar al PSOE en territorios donde la percepción de favoritismo hacia Cataluña ya es un tema sensible.
Pero ya hemos visto en capítulos anteriores que cuando otros partidos políticos van, Pedro Sánchez ya viene…
Un aspecto crítico que no puede ser pasado por alto es el riesgo que corre el PSOE a nivel nacional si JUNTS per Catalunya, con Puigdemont como espada de Damocles, al sentirse menospreciado por haber sido excluido del gobierno de la Generalitat. Ya bloqueó hace unas semanas los presupuestos generales del estado, ¿cuál sería la siguiente represalia? Aunque JUNTS también tiene interés en mantener su influencia en el gobierno nacional, el sentimiento de agravio podría llevarlos a una postura más agresiva. Sin la aprobación de los presupuestos, el gobierno del PSOE enfrentaría una parálisis administrativa y una crisis de gobernabilidad que podría desencadenar elecciones anticipadas. La historia política española está llena de ejemplos de pactos a corto plazo que han tenido consecuencias nefastas a largo plazo. ¿Qué precio pagará ERC por mantener cuotas de poder? Este acuerdo para investir a Salvador Illa marca un antes y un después en la política catalana y española. ERC pierde gran parte de su identidad y prácticamente la mitad de su base electoral, mientras que JUNTS per Catalunya podría fortalecerse como el último bastión del independentismo.
El PSOE, por su parte, deberá lidiar con las implicaciones de este acuerdo en el resto del territorio español. En política, los movimientos tácticos a menudo vienen acompañados de marketing político y de altos riesgos estratégicos, y este pacto podría ser un claro ejemplo de ello. Solo el tiempo dirá si las apuestas hechas por ERC y el PSC resultarán en una jugada maestra o en un error fatal.
Por mi parte D.E.P. Esquerra Republicana de Catalunya