La situación es alarmante. El 99% de la población en Europa y en EEUU vive bajo cielos contaminados por las luces artificiales. Si observamos las imágenes tomadas desde la Estación Espacial Internacional (ISS), La Tierra de noche cada vez se asemeja más a una enorme bombilla que brilla en el espacio y que nos deslumbra.

El mensaje más importante que lleva tiempo trasmitiéndose desde la comunidad científica es que la Contaminación Lumínica está aumentando exponencialmente y que constituye una amenaza global, ya que no se ha puesto en marcha las medidas suficientes para limitarla.

La tecnologíca LED instalada actualmente en el alumbrado público exterior en la mayoría de los municipios de Canarias de forma descontrolada y no regulada: no es sostenible, ni tampoco eficiente y por supuesto, es la principal causante de la Contaminación Lumínica. Aunque no se pueda tocar, aunque no huela o no haga ruido, es contaminación en el sentido más estricto de la palabra y supone una amenaza, no solo para las observaciones astronómicas o para el equilibrio de los ecosistemas, sino también para la salud de los seres humanos.

La tecnología LED de 3000K instalada en el espacio natural El Frontón – El Agujero: NO puede ser sostenible porque produce Contaminación Lumínca, porque nos impide ver un cielo estrellado, porque daña la biodiversidad y porque provoca efectos adversos graves sobre la salud.

La tecnología LED de 3000K instalada en el espacio natural El Frontón – El Agujero: NO puede ser eficiente porque están toda la noche encendidas, porque hay un número innecesario de luminarias instaladas, porque tienen una temperatura de color inadecuada y porque tienen una intensidad muy superior a la necesaria.

Sin embargo, el sistema político-institucional se llena la boca al hablar de sostenibilidad y eficiencia energética de la tecnología LED, de sensores para regular la luminosidad, de espacios costeros inteligentes, etc. Una vez más, se nos comunica solamente una parte de la información, y sobre todo, se nos oculta las certezas.

Las luces LED que reducen la Contaminación Lumínica son únicamente las de tonos anaranjados, es decir, con una temperatura del color inferior a 2700K, las que iluminan hacia abajo y con la intensidad imprescindible. Los sensores que atenúan la luminosidad pero siguen emitiendo luz intesa con temperatura de 3000K al pasar el peatón, NO reducen la Contaminación Lumínica ni la eficiencia energética, y menos aún, cuando las farolas están encendidas durante toda la noche.

Para que se entienda con facilidad: una iluminaria encendida toda la noche es como tener un grifo abierto durante horas/días.

Los espacios naturales son sostenibles por definición, NO por tecnología. Otra cosa sería conocer la calidad del agua del mar, su temperatura, estudiar su flora, su fauna, conservar, integrar y adaptarse al entorno, pero para nada cabe el calificativo de inteligentes. Se están iluminando las zonas naturales con los mismos criterios que los núcleos urbanos.

Podemos comprobar como desde el discurso público, se utilizan los mecanismos del lenguaje para la fijación de creencias, la generación de respuestas emocionales y la manipulación social.

De momento seguimos pendiente de que se tomen las medidas oportunas para reducir la Contaminación Lumínica.