Estreno del nuevo proyecto música “Rincones de una Isla” del Grupo Folclórico Tabaiba.

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Imposible estarse quieto en los temas más festivos; imposible no conmoverse en aquellos que recuerdan pasajes duros de nuestra historia; imposible no dejarse llevar por las melodías reconocibles que forman parte del ADN de los canarios e imposible no valorar la calidad de este cohesionado grupo en el que se percibe la complicidad, el empaste de voces e instrumentos, el trabajo constante y la creatividad.

Un sello propio cada vez más reconocible, por las letras y músicas originales, por la puesta en escena en comunión con el noble arte dramático que en ocasiones nos presentan, por no buscar el aplauso fácil y arriesgar con temas innovadores.

En este nuevo proyecto que anoche estrenaron en un Auditorio de Valleseco con un aforo completo y un público volcado, Tabaiba recorre hermosos y emblemáticos rincones de Gran Canaria, dejando una caricia en cada municipio, un poema en cada paisaje, una huella indeleble en sus moradores.

Ayer introdujo el concierto un Néstor Álamo nunca desaparecido en la memoria de los componentes más veteranos; no en vano fue espectador conmovido de su primer juvenil concierto en el colegio San Ignacio de Loyola hace la friolera de más de cuarenta años. En aquellas fechas les dedicó un hermoso artículo resaltando las virtudes que percibió en ellos y en su propuesta musical. Este sábado quiso acompañarlos y destacar la evolución del grupo que nunca se ha apartado de la estela por él dejada, respetuosa con nuestro patrimonio natural y cultural que ha de cuidarse y preservarse para dejar como legado a las posteriores generaciones.

Juanito, un pastor, abandonó por unas horas su rebaño -que dejó al cargo de su perro “Gofio”-, para patear con los presentes los riscos y laderas, los valles y barrancos; para refrescarse con los alisios y el agua alegre de las acequias; para engalanarse la mirada con la belleza de límpidas y salinas aguas, playas de arenas doradas, y el multicolor paisaje de campos generosos en frutales.

Completaron visualmente el espectáculo una tradicional y colorida trapera a los pies de las cuerdas y una cuidada selección de imágenes de nuestros inigualables paisajes proyectada como fondo y en armónica coordinación con el paseo musical y que debemos a Julia Quintana y su equipo.

Un recorrido que convenció a un público que se quedó con ganas de continuar con esa trashumancia tan nuestra y que, puesto en pie, pidió un bis final.

He de aclararles que este es un proyecto “vivo”, que irá creciendo, que seguirá gastando las alpargatas por nuestros caminos, paseando por municipios que se unirán a este recorrido compartido al que nos invita Tabaiba, porque son muchos los “Rincones de una isla” como la nuestra los que merecen ser visitados y loados.