Sigourney Weaver, merecido Goya de Honor
No es el prototipo de la mujer bella de Hollywood, pero a mí, esta mujer, siempre ha tenido un huequito en mi corazón. Versátil, emociona cuando sonríe o se enfada y sirve para hacer papeles tiernos (“Gorilas en la Niebla” o “Armas de mujer”), cómicos (“Los Cazafantasmas”) o personajes al límite (”Alien”, “El año que vivimos peligrosamente” o “LA muerte y la doncella”).
Pocos saben que su primera aparición en las pantallas fue en la película de Woody Allen “Annie Hall”, haciendo un pequeñísimo papel, pero que dos años después la catapultaron haciendo el personaje de la Teniente Ripley de “Alien, el octavo pasajero”. No había muchas películas en aquella época en la que la dura fuese una mujer. Esto la llevo a ser un referente en el cine que vino después. Estamos hablando de finales de los años 70.
Es de las poquísimas actrices que ha estado nominada a dos Oscars en la misma noche. En 1989 lo fue a la mejor interpretación femenina por “Gorilas en la niebla” y a la mejor actriz de reparto por “Armas de mujer”. Muy recomendables las dos.
Y si el huequito que tiene en mi corazón es merecido, este sábado en la Gala de los Goyas, creció un poquito más. Les cuento la anécdota en su discurso, Comentó que, el también actor, Bill Murray siempre le comentaba que sus actuaciones en español le gustaban más. Y, en el discurso de la otra noche al recibir el “cabezón” de Goya reconoció, públicamente, la interpretación de María Luisa Salá del doblaje que ha hecho en más de 30 de sus películas. Me gana la gente que valora el esfuerzo de los demás y la influencia en los éxitos propios. Así que, por muchos años más, Sigourney Weaver me representa y la seguiré adorando.
¿Y darle un Goya al mejor actor/actriz de doblaje?.
El doblaje en España es el mejor del mundo. De eso no me cabe duda. De hecho, soy de los directores que prefiero ver la película doblada (siempre que esté bien hecho, claro) que verla subtitulada. Muchos dirán que en la versión doblada se pierde parte de la interpretación de actor original. Cierto, ciertísimo. Lo sé. Pero si veo la versión subtitulada, me pierdo parte del trabajo del director de fotografía, de la decoradora, del cambio de planos del director que me quieres transmitir emociones y, sí, también alguno de los gestos del propio actor.
En la entrega de los Goya del otro día, mi aplauso más grande a mi idolatrada Sigourney Weaver por agradecer a María Luisa Salá el impecable trabajo que ha hecho al doblar sus interpretaciones al español. Más gente así hace falta en este mundo. Pero claro, a mí se me plantea un debate interno, que les traslado: ¿Cuándo van a dar un Goya al mejor actor/actriz de doblaje? Creo que es imprescindible ya.
Me parece como si el doblaje fuera el hermano feo que escondemos en la habitación del fondo para que nadie lo vea cuando vienen las visitas. Y no, me niego. Creo que es digno poner en valor que el nivel que tenemos en España debería ser reconocido por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Yo tengo un amigo que hace doblaje. He visto gran cantidad de capítulos de la serie en la que él doblaba al actor protagonista. Creo, de verdad, que parte del éxito de la serie y lo que yo me he reído viéndolo es la “patética” voz que ridiculizaba más al obsesivo personaje. Vale que el actor en Estados Unidos ganó muchos premios (4 Premios Emmy y 1 Globo de Oro) y dinero, durante las 12 temporadas que se emitió. Les hablo del tinerfeño Fernando Cabrera que dobla la voz del Dr. Sheldon Cooper en “Teoría de Big Bang”, una de mis grandes series preferidas. De aquí, mi homenaje a María Luisa, a Fernando y a todos esos dobladores que, con un total profesionalismo, hacen que veamos a esos actores de Hollywood como si fueran parte nuestra, hablando en nuestro idioma.
Y recalco a la Academia… ¿Y si el año que viene le dieran un Goya (o a cada uno de los géneros) a los dobladores? Ahí lo dejo.
J. A. Bayona, director en la élite
No hay duda de que, para todos los que todavía aspiramos a dirigir cine, la carrera de Juan Antonio (alias J.A.) es envidiable. Ahí lo tienen, compitiendo a dos Oscars (Mejor Película Extranjera y Mejor Maquillaje) y con 12 Goyas en las vitrinas de él y de su equipo.
Me encanta su forma de contar las historias. Siempre poniéndose en un punto de vista diferente. Me gusta la gente así, que no se conforma con lo que hay. Me imagino que empezar en el mundo de los videoclips musicales ayudó mucho al principio. Está claro que ese tipo de productos audiovisuales te hace tener la mente abierta a nuevas creaciones y conceptos. Les recuerdo que ha dirigido proyectos para OBK, Nena Daconte, Hevia, Ella baila sola o Camela.
El pistoletazo gordo lo dio con “El orfanato”. Ya se veía que era un director al que le gusta generar atmósferas en la que desenvolver a los personajes, dotándoles de personalidad y dramatismo que no dejan indiferentes. Recuerden el papelazo que le regaló a Belén Rueda y el placer de rodar con Geraldine Chaplin, la hija del Maestro.
A mí me enganchó con “Lo imposible”. Me parecía extraño de creer que fuera una película española. Sí, lo he dicho bien. Bayona empieza a ver que su cine tiene que americanizarse para traspasar las fronteras rumbo a la meca del cine. Y lo consiguió tan eficazmente, que la industria de Hollywood se fijó, como era de esperar, en él para nuevas superproducciones. El logro lo hizo con “Un monstruo vino a verme” que, nadie me negará que es una película arriesgadamente diferente. Me aburrió, pero no dejo de reconocer sus valores. Qué casualidad que este año el Goya de Honor haya sido, merecidamente, por supuesto, para Sigourney Weaver, protagonista de aquella película y en la misma gala en la que Bayona, previsiblemente, iba a arrasar.
Tras ella vinieron las producciones norteamericanas. Dirigió, a un altísimo nivel “Jurasic World: el reino caído” y 2 episodios de la serie “El señor de los anillos: los anillos de poder”. Ahora, disfrutamos de “La sociedad de la nieve”, y cruzamos los dedos para que el 10 de marzo en el Dolby Theatre de Hollywood doblegue a la otra favorita a la mejor película extranjera: la alemana “The zone of interest”.