El comedor escolar con los años se ha transformado en una herramienta que nos da el recurso necesario para conciliar nuestra vida laboral con la de nuestros hijos. Muchas familias usan este servicio porque por su jornada laboral les resulta casi imposible llegar a tiempo. De hecho, si el comedor escolar fuera una fórmula matemática podría ser así:

COMEDOR ESCOLAR = (JORNADA LABORAL FAMILIAR + ESPACIO EDUCATIVO ALIMENTICIO) 

COMEDOR ESCOLAR = CONCILIACIÓN EFECTIVA

Ahora que somos conscientes de la necesidad de seguir conciliando para dar lo mejor como madres y padres de nuestros hijos, quiero profundizar en lo que es un comedor escolar, partiendo de la base de mi experiencia… Tal vez coincida con alguien mi punto de vista e incluso alguna persona que dirá: “Pero ¿qué dice esta muchacha?, ¡un comedor es sólo un comedor!”

Un comedor escolar es un espacio en donde llega el cansancio y esfuerzo de dar lo mejor en el colegio. No solo llega eso, también el hambre y las ganas de comer con nuestros compañeros de curso. Un momento en donde parece que no estamos en el colegio, sino un lugar acogedor donde podemos hablar con nuestro compi de mesa y saborear la comida. Este espacio, en cierta forma es como el colegio, porque existen normas de convivencia que favorecen la autonomía personal a la hora de comer cualquier plato. Un lugar que fomenta que comer, puede ser un acto social. En donde cada alumno manifiesta a través de sus conversaciones la realidad de su día a día, secretos, dudas, anécdotas, todo esto en un almuerzo lleno de complicidad con sus compañeros de clase, con el personal de cocina, con la figura del monitor/monitora. Parece mucho, pero esto es lo que se vive en muchos colegios.

Comemos con amigos durante nueve meses. Aprendemos también gracias a las pautas de cocina y monitores una gran diversidad de sabores, de platos, texturas que nos llenan para estar bien alimentados y tener la suficiente energía para no parar, porque son niñas y niños, son movimiento continuo. Un comedor es alimentarse, aprender a tener unas nociones de educación a la hora de comer, es compartir, es crecer. A veces pasa desapercibido la importancia del comedor, porque nos centramos como madres y padres, en si han comido, pero siempre hay más. La realidad del comedor no es solo una mesa con seis sillas, tiene un gran trabajo desde: la compra de alimentos frescos y de calidad, saber tratar al producto, dejarnos guiar por nutricionistas para elaborar un menú saludable para todos, servir en adecuada temperatura, disponer de un espacio donde comer, vigilar y acompañar al alumnado durante el servicio de comedor gracias al monitor/monitora, trabajar con ellos a través de unas normas de convivencia que apuestan por estar en un espacio compartiendo y disfrutando de la comida sin conflictos, etc.

Tal vez un comedor puede que sea un comedor… Pero estoy segura de que, si buscamos en nuestros recuerdos encontremos un recuerdo de nuestro comedor y sí te pasa eso, es porque en ese lugar no solo comiste, sino creciste como persona también.

MARGUA