EL PLATO:

El Dragon Roll, más que un plato en sí, es un modelo de presentación. En realidad es una variedad del sushi japonés denominada «uramaki» que, en la degustación que pudimos hacer, estaba rodeado de aguacate y relleno de un crujiente empanado de langostino. Eso, ya ven, me sorprendió. Nunca había se me habría ocurrido hacerlo, pero le daba una sensación novedosa que nos gustó mucho. Sabemos que, muchas veces, con los empanados te la juegas, y más si es en una combinación que no es habitual. Aquí, ya les digo, engancha a la perfección. Cierto es que, el langostino con aguacate se emplea mucho, pero con el arroz se queda un plato muy personal.

La exposición visual en la bandeja es la que le otorga el nombre. La colocación de los uramakis, de pié; como fichas de dominó, pero haciendo una hilera serpenteante, da la sensación de tener forma de un dragón oriental. Obvio que, el último de la fila, está decorado con una de las colas de un langostino. En el plato, eso es lo que fácilmente identificaremos por la forma. Y, para darle un toque de distinción, pues unas huevitas encima para darle más colorido al exótico plato. Todo un detalle. Me gusta cuando, en la cocina, se mima la vista de la misma manera que se hace al gusto. Con solo un poco más de esfuerzo, los comensales salen con la sensación de que se han preocupado de que su estancia en el local haya valido la pena.

Otro aspecto a destacar en el Restaurante Akira es precisamente ese que acabo de exponer. Sin ser un local de excesivo lujo y adecuado a precio módico, el personal y el diseño otorgan un valor a la comodidad y trato de los comensales. Eso lo valoro mucho en los sitios a la hora de volver. Nosotros nos sentimos queridos, pero no éramos unos clientes cualquiera, éramos los examinadores. Por eso, esta prueba la evalué viendo como trataban a los que comían en las demás mesas. Y lo hicieron como a nosotros, con una cercanía que no caía en la confianza sobrepasada. Y, los consejos sobre los platos, impecables; de trabajadores que saben lo que están poniendo encima de las bandejas. Para finalizar y, como digo siempre, prueben el Dragon Roll, y luego me lo cuentan.

Los entrates que nos pusieron fueron variados. Lo primero, unas «algas en texturas». Un plato de algas cocinadas de diferente manera; original y suave para empezar. Después, dos platos con brochetas de pollo: «tsukune» (una especie de albóndiga de carne) y «yakitori» que son trozos de pollo insertados y rodeados de una salsita agridulce muy de mi gusto. Luego vinieron unas «Gyozas» de langostino (esas empanadillas que se hacen al vapor y luego un toque de plancha). Guisadas en su punto, me atrevo a decir que las mejores que he probado nunca. De verdad.

Y antes del plato estrella, pudimos probar los clásicos «niguiris» en cuatro variedades: salmón, atún, pez medregal y anguila. Siempre se agradecen cuando vas a un japonés. Y, por fín, nos llegó el Dragon Roll. La valoración de mi comensal es la que esperábamos: aquí tengo yo que volver. Y yo, llevaré a mi madre.

EL INVITADO:

            Cuando hice el sorteo y vi que le tocó a él, de verdad que me llevé una alegría. Lleva participando desde el principio y siempre me ha seguido en las redes. La mejor forma de apoyar a los artistas es consumir su obra (comprar sus libros, sus discos, sus cuadros, etc.); pero, la segunda, es compartir sus promociones para que crezca su número de fans. Justo Armas ha hecho las dos cosas. Compró mi novela “Las tres reinas” en su primera edición y siempre me pone «likes» a las fotos que cuelgo en mis redes.

            Nos conocemos desde casi toda la vida. Es hermano de Sixto Armas, el cantante de Agaete con el que he compartido tantas cosas: él ha hecho canciones para mis cortometrajes, yo he dirigido alguno de sus videoclips musicales, hemos estado de gira juntos por México, etc. Pero, lo que pocos saben, es que con 17 añitos fuimos futbolistas semiprofesionales en el San Antonio de la 3ª División del fútbol español (cuando no existía, ni la 2ª B).

Me alegró que le tocara a Justo porque es una persona de mi grupo de rockeros de toda la vida. Esos grupos que disolvió la pandemia y que nos reuníamos en la gran cantidad de locales de música en vivo que había en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Esos que habría que recuperar de forma imperativamente inmediata: el Nasdaq, el Mojo Club, La Guarida del Blues, La Floridita. No sigo porque me voy a echar a llorar. Pero, tras la etapa del confinamiento, mi amigo no suele salir. Vernos fue como revivir, de alguna forma, el pasado. Y le pude contar, de primera mano, proyectos para el 2025 que, todavía, no les he contado a ustedes. Paciencia.

Salió, como yo, encantado y diciendo que tenemos que organizar una cena con Sixto y más amigos. Me apuntooooo.

RESTAURANTE JAPONÉS AKIRA
Barcelona, 15
(Zona Alcaravaneras) Las Palmas de Gran Canaria

Reservas: 828057502

Instagram: @akiralaspalmas