Siempre resulta complejo explicar situaciones y acciones que nos rodean cuando desconocemos el “fondo del caldero” o cómo se coció ese potaje. Darle sentido a lo que ya acogemos como cotidiano presenta en numerosas ocasiones, factores que desconocemos y que tienden a generar desazón y desapego entre la gente.
Según el Diccionario de la RAE, el término “maraña” tiene varios significados, pero yo voy a introducir en la ecuación de este artículo el ubicado en el número 6 por esta publicación erudita, la cual nos presenta “maraña” como: “Embuste inventado para enredar o descomponer un negocio”. Tal cual. No esperaba encontrar un significado mejor para poderles explicar la parábola de este artículo que, cuidando las formas y presentándose como algo etéreo, la gran mayoría sabrá descifrar.
Si nos referimos al propio significado del término, maraña se define como embuste o mentira que se enreda y, posteriormente, aparece la palabra negocio. Sin duda, es todo en lo que se ha convertido la casa de todos, que para determinados actores se llama: la “Casa del Pueblo”. Ese sentido que la mayoría ignora o presupone de negocio entremezclado con embuste es quizás el pecado mayor que alguien que se presupone defensor de lo de todos, puede cometer. En nuestro caso, pasan los años y la plebe, todos los que no dependemos directamente de ese negocio en cuestión, asistimos ignorantes a cómo determinados actores principales de la película mantienen y amparan órdenes de terceros que ya no salen en la imagen. Como en Hollywood, nosotros vemos a aquellos que dan la cara y hacen su papel, pero realmente, el negocio lo tienen y lo mantienen los que están detrás de la cámara. Y es ese papel de “apuntador” el que nos ha desgraciado pasados los años. Tener siempre a alguien detrás del teléfono (en este caso de color rojo), que como apuntador de una obra de teatro o película, te va marcando los pasos y te abronca si eres capaz de intentar tomar una decisión o iniciativa por tu cuenta, es una verdadera desgracia global, ya que esa coletilla del apuntador, nos afecta directamente a todos. No dudo que los actores de nuevo cuño pretendan en algunas de sus propuestas, cambiar lo que no funciona o modificar determinados contratos que son lesivos, abusivos y que muestran la cara más ruin de la gestión, pero es evidente que cuando se acercan a tratar alguno de esos temas “tabú”, alguien les para los pies y reciben la frase demoledora que recibió un actor de mi pueblo cuando intentó mover uno de esos contratos con un lacónico: “ESO no se toca”. Es evidente que la inviolabilidad de “eso”, no estando amparada en motivos específicamente técnicos y fundamentados, es motivo de sospecha y de generación de pensamientos que revuelven las tripas de aquellos que asistimos a la degradación de lo de todos.
La burocracia administrativa es una lacra que todos en cualquier momento hemos sufrido. La ralentización de determinados procedimientos que suelen resolverse en semanas, alargándose por meses o hasta más de un año, no suele ser fruto de la casualidad. Y aquí es donde volvemos al papel protagonista de los que están detrás de las cámaras en esa película. Mientras los espectadores esperan después de pagar su entrada para ver ese éxito que se les presenta y por el cual ya han pagado, otros desde la producción y sin que la mayoría los conozca, se encargan de malear su trabajo y paralizar todo porque no interesa ver ahora esa película. El “tramoyista” y el “apuntador” siguen en su posición y cumplen con las órdenes del productor y el interventor, al cual se le caducó la licencia hace años, pero sigue subido en el burro sin pretensión de bajarse nunca. Mientras el público en la sala empieza a preguntarse que por qué no empieza la película y empieza ese runrún de malestar, otros están esperando que se cambie la foto del presentador y venga otro, porque así se ha acordado hace un par de años. Mientras el presentador actual quiere que empiece la película, el tramoyista le comenta que todavía la cinta de la película no está preparada y el apuntador le dice que sufre de una afonía que probablemente, en el mes de junio o julio se le pase. La gente impaciente quiere ver cómo es la película porque han pagado su entrada, pero desde las tripas de la producción se juega a otra cosa, y el cartel actual no les agrada ya que quieren a otro protagonista al que se le aplauda.
Y Ustedes dirán: ¿tiene esto solución?, ¿llegará algún día en el que la película se ponga sin estar pendientes a lo que se trapichee desde las entrañas de la productora?, ¿por qué algo que es de interés general y por el que todos pagamos, no es publicado y puesto para todos sin distinción?, y es entonces cuando la maraña empieza a quedar en evidencia siendo la única solución posible empezar por cambiar los actores, quitarle la capacidad de decisión al tramoyista de si se le da al click o no de empezar para poder visionar otra cosa, cortar la línea roja del apuntador para siempre o dejar de seguir órdenes interesadas desde la producción. Solo así, la película se desenmarañará y podremos verla en tiempo y forma y sin vetos ni intereses particulares, porque si hay una cosa clara y diáfana de todo esto es que: lo que es todos es de todos y no se pueden nunca satisfacer y dar preferencia a los intereses particulares con lo que es de todos. Siempre queda la esperanza de que un ERE vuelva a colocar las cosas en su sitio y a cada actor en el papel que le corresponde. Cámara y ACCIÓN!!!