La necesidad de volver a activar el PLAN HIDROGRAFÍCO NACIONAL, porque… “Nunca llueve a gusto de todos”

En las últimas semanas, la Península Ibérica, ha experimentado intensas lluvias, pero paradójicamente gran parte de este recurso hídrico se ha perdido al terminar en el mar.

A pesar de que el nivel freático ha aumentado, el desperdicio de agua revela una deficiencia en la gestión hídrica del país. La falta de infraestructuras adecuadas para la retención y aprovechamiento del agua pluvial pone de manifiesto la necesidad de reactivar proyectos antiguos estratégicos, como el “Plan Hidrográfico Nacional”.

Los expertos estiman que aproximadamente el 80% del agua de la lluvia reciente ha terminado en el mar, en lugar de ser almacenada para su uso futuro.

Si bien es cierto que, la acumulación subterránea ha aumentado y es beneficiosa, no resulta suficiente para garantizar el abastecimiento en periodos de sequía.

 España, con regiones áridas y una creciente demanda de agua, necesita estrategias más efectivas para capturar y gestionar este recurso. Sin un plan sólido, las lluvias no lograran aliviar la crisis hídrica, y la dependencia de trasvases y desalinizadoras se mantendrá en el tiempo.

El Plan Hidrográfico Nacional, concebido por El General Primo de Rivera, allá por el año de 1.926 como una solución integral, contemplaba la construcción de cuencas artificiales y sistemas de captación para garantizar una mejor distribución del agua.

Entre sus objetivos estaba la creación de infraestructuras que permitieran redirigir el agua excedente hacia embalses y zonas con mayor escasez, evitando que se desperdiciara en el mar.

 La idea de  continuar con este esté fantástico y  faraónico “plan” la propuso de nuevo el presidente Aznar, tomando como referencia el antiguo proyecto del General  Primo de Rivera del año 1.926;  sin embargo, llegó un mal día al gobierno,  “el iluminado” de José Luis Rodríguez Zapatero, experto en “pactos de civilizaciones y blanquear dictaduras como la de Maduro en Venezuela, y lo primero que se le ocurrió, fue pegarle un frenazo y luego un carpetazo definitivo a tan ambicioso plan, y todo por la infantil rabieta, de que dicha idea era producto salido  de las mentes de unos  “gobiernos de fachas” como catalogaba al de Aznar; en consecuencia, impidió de un plumazo su desarrollo completo, lo que a la postres dejaba al país vulnerable ante fenómenos extremos de sequía e inundaciones.

 Pero precisamente el tiempo nos ha demostrado que, la falta de inversión en este tipo de infraestructuras genera múltiples problemas, tales como:

Desabastecimiento en regiones áridas, que dependen de trasvases y fuentes externas.

Menor capacidad de almacenamiento, lo que incrementa la necesidad de recurrir a plantas desalinizadoras, cuyo coste energético es elevado.

Impacto ambiental, ya que la sobreexplotación de acuíferos y ríos afecta la biodiversidad.

Pérdida de oportunidades, dado que una gestión hídrica eficiente podría impulsar la agricultura y mejorar la resiliencia ante el cambio climático.

Pero pienso que nunca es demasiado tarde como para revertir esta situación, y para este “maúro” de “Telde “jarto” de ver agua, aunque no precisamente “dulce”, estamos a tiempo de poner en marcha algunas medidas como podrían ser:

Las inversiones en embalses (tipo presas franquistas), y sistemas de retención que optimicen la captación del agua de lluvia.

El uso de tecnologías avanzadas, como sensores y modelos predictivos, para optimizar el almacenamiento y distribución.

La colaboración público-privada para financiar infraestructuras de captación y reutilización.

 Y, por último, pero no menos importante, las campañas de concienciación que, promuevan el uso eficiente del agua a nivel doméstico e industrial.

En conclusión: la gestión eficiente del agua no es solo una cuestión de planificación, sino de supervivencia.

 La España peninsular desde ya, debe tomar medidas y urgentes para garantizar que las lluvias no se conviertan en recursos desaprovechados, sino en oportunidades para fortalecer su seguridad hídrica.

La reactivación del antiguo Plan Hidrográfico Nacional o la implementación de estrategias similares, aunque fueran ideas de unos “fachas”, como el General Primo de Rivera y Aznar, como diría ahora la izquierda gobernante, podrían marcar la diferencia en el futuro del abastecimiento de agua en el país.

Porque no podemos permitirnos el lujo de  seguir ejerciendo de   “ciegos voluntarios”, como en su día lo  hiciera  el nefasto José Luis Rodríguez   Zapatero y su equipo de “sabios”, y por el contrario,  aceptar que de una vez por todas que, la España peninsular es un país con una geografía variada que, se enfrenta a desafíos hídricos importantes y aunque cuenta con un clima diverso, amplias zonas sufren problemas de sequía recurrente y una distribución desigual del agua; por lo que,  la gestión hídrica se ha convertido en una prioridad, y aún hoy por desgracia,  existen obstáculos que impiden aprovechar de manera óptima los recursos pluviales.

 ¿Quién me niega que, a estas alturas, el agua de lluvia no representa una oportunidad invaluable para el abastecimiento?

 Pero claro está, sin las infraestructuras adecuadas, gran parte de ella se pierde por el fenómeno de escorrentía—cuando el agua fluye sin ser retenida—hace que enormes cantidades terminen en el mar en lugar de ser almacenadas.

Los embalses que, se construyeron en la época de Franco, siguen   capturando parte del agua, pero su capacidad y distribución no son suficientes para garantizar el equilibrio hídrico nacional. A todas estas el problema se agrava por el desgaste de acuíferos y la sobreexplotación de fuentes naturales. Si bien el nivel freático ha aumentado debido a las lluvias recientes, no es una solución sostenible sin medidas de retención y distribución eficientes.

 Creo que con tolo lo expuesto anteriormente, queda meridianamente claro que la recuperación de planes como el Plan Hidrográfico Nacional, no es ninguna idea “facha” ni mucho menos y podría transformar el panorama actual, asegurando que el agua de lluvia no se desperdicie y contribuyendo a la seguridad hídrica del país.

Claro que como bien nos dice la bonita y sabia expresión canaria… “¡Cristiano! anóteme que no es mentira …, en este país, quien nace barrigón, ni que lo fajen de pequeñito y en este asunto, que se corra la zapatilla” ¡Qué cosas!

 

Fdo.:

Julio César González Padrón

Marino Mercante y escritor