De la piel de una mujer
y de su fértil refugio,
con valor, sin subterfugio,
el hombre puede nacer.
Y no entiendo el proceder
del que una madre ha tenido
y cual perro malnacido
luego a una mujer maltrata
cuando su ira desata
por cualquier malentendido.
Desde aquí pido justicia
para ese maltratador,
porque es rata, sin honor,
revolcada en su inmundicia.
No merece una caricia
ni el amor de quien lastima
el que a la mujer no estima
y no le da su lugar,
y nos hemos de empeñar
en que a nadie más oprima.
Marotsy
J. Margarita Otero Solloso
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