Isaac Miguel Oropez nos deleita por el «Día del Libro» con el tema «Matar una mariposa»

Con mis nueve años no entendía porqué mi madre estrujaba  aquellas  mariposas blan- cas   cuando se posaban en las coles y en los tomateros que  habíamos  plantado  hacía  algún tiempo y yo le gritaba que  dejara  de hacerlo que no debía  matar a esos insectos tan  bellos  tan  frágiles e inofensivos y que no hacían  ningún  daño  aunque más tarde    comprendí porqué lo hacía  y pensé  también cuántas  mariposas matamos a lo largo de  nuestra  vida  y  cuántas  se han matado a lo ancho de la historia.

 

Matar a un ser humano

que discrepa libremente

para sembrar el terror,

es matar una mariposa

que acaricia el aire con su color.

 

Coartar la libre expresión

enjaulando el pensamiento

para enrasar el cerebro,

es romper las alas a una mariposa

en su caprichoso vuelo hacia el cielo.

 

Negarle cobijo y techo a un extranjero

que reza o cree diferente

y que el color de su piel sea negro,

es matar una mariposa en busca de su néctar

que deja atrás a muchas flores

de un jardín con recuerdo.

 

Discutir y discutir

sin abrir caminos al pensamiento

ofuscado en llevar razón,

es matar una mariposa

que vuela libre hacia el sol.

Dejar que los sueños de los jóvenes

floten en el mar del consumo y del confort,

como frágiles veletas,

es matar una mariposa

que vuela a saltos inquieta.

 

Hacer creer a un niño

lo que tú como adulto crees,

pensando que tu idea es buena,

es matar una mariposa

de vuelos libres sin pena.

 

Cuando se mata a una mariposa

no te manchas de sangre las manos,

solo quedan los dedos,

empolvados de brillante color.                     

 

Así quiere ella dejar su vida

dejándote las manos suaves,

para que no le guardes rencor.

 

 

 

 Isaac  Miguel  Oropez