Seguimos retrocediendo por Naiara del Pino

Queremos rama, queremos fiestas hasta la madrugada, queremos viajar sin control y beber y bailar sin toque de queda que nos obligue a regresar a casa, mirando el reloj.

Pero me pregunto, cómo vamos a llegar a esa situación, que tanto deseamos, si continuamos siendo inconscientes y viviendo como si nada hubiera pasado y la vida hubiese continuado, igual que siempre.

Estaba «ilusionada», sí, ilusionada porque como menciono en una parte del libro.

«todos nos convertimos en uno solo, remando hacia el mismo lado, con un objetivo común, que era cuidarnos y proteger al más vulnerable»

Sin embargo, veo que pronto se nos olvidó, que creemos que somos inmunes al virus, que pensamos que los sanitarios y demás profesionales que han estado, de forma incansable, en primera línea de fuego atendiéndonos y cuidando nuestras necesidades, no tienen derecho a vivir, disfrutar de sus familias, amigos o simplemente, trabajar tranquilos, sin riesgo, sobre todo, para sus vidas.

Recordemos, que todo esto no es responsabilidad del Gobierno, ni tampoco de que nos encontremos en fase 1, 2, 3 o incluso 4.

No depende de que haya o no toque de queda, ni que podamos comer fuera o dentro de un restaurante, con convivientes o no convivientes.

Recordemos que, el que podamos salir, o al menos ir avanzando en esta situación que nos ha tocado vivir, solo y únicamente depende de cada uno de nosotros.

Pensemos en todas esas personas que, en este momento, pudieran estar ingresadas en un hospital o en una residencia y que sus familiares, debido a este nivel, no las pueden visitar.

Y así, un sinfín de escenarios más que no debemos olvidar.

Porque la responsabilidad colectiva, comienza con la responsabilidad individual.