Y a pesar de que se querían como nunca antes se habían querido, todo fracasó en sus mentes.
¡Que maldita madrugada!…
De su vientres hasta sus bocas ,de sus bocas hasta sus cuellos, de su cuellos hasta sus espaldas.
Y todo ello en un ir y venir de caricias, besos, ir y venir para nada.
Pues el cansancio, la rutina o quizá el desencanto, hizo que el fracaso estuviera esperándolos a la vuelta de la esquina.
Sí…, todo fracasó en sus mentes, antes llena de fresca rosas y ahora cargadas de secas espinas.