Desde que la madre tierra
rasgó su entraña candente,
todos te tienen presente
con todo lo que ello encierra.
Y es que a todos nos aterra
ver esa bestia rugiendo
y como se va extendiendo
y arrasando todo al paso.
No la detiene el ocaso
y sigue y sigue fluyendo.
Y emergen las emociones
que a todos nos sobrepasan:
ríos de fuego te abrasan
sepultando posesiones.
Y aquí con esas visiones
nos entra la frustración
y la desesperación
de no poder hacer nada.
Y con el alma apretada,
unidos en oración,
algunos te acompañamos
de algún modo en tu dolor;
te enviamos fuerza y valor
mientras al cielo rogamos.
También ayudas mandamos
y el amor de Gran Canaria,
de su gente literaria
que poco más puede hacer
que desear tu renacer
de esa ceniza diaria.
J. Margarita Otero Solloso
(Marotsy)