Un nuevo amanecer

Sentada en la plaza de Santa Catalina veo el ir y venir de la gente. Gente de diferentes países y eso me hace ir para atrás en el tiempo. Salió de India cuando estalló la segunda guerra mundial : 1945. Viajó tres meses en barco hasta llegar a España. Atrás quedaba una familia, amigos y una juventud rota, tenía solo 20 años. Al llegar encontró trabajo en el que se volcó, más tarde haría nuevos amigos. Pasaron los años y volvió a su país, contrajo matrimonio y regresó a España con su mujer. ¿Exiliados de su país? ¿Por cuestiones políticas? ¿Por trabajo? ¿Por ambas cosas? India y Pakistán atravesaban momentos delicados, luchaban entre ellos por cuestiones religiosas y por la codicia de ocupar más terreno uno del otro.

Un nuevo país los acogió, nuevos amigos, nuevo trabajo, pero…¿qué sentían ellos realmente? Formaron una familia, cuatro hijos y pasaron los años. Siempre hablaban de lo que habían dejado atrás, había nostalgia en sus miradas, sonrisas en sus bocas cuando hablaban de sus padres, hermanos…Nunca les pregunté qué sintieron ellos al llegar aquí por primera vez, sin conocer el idioma, las costumbres, las calles…Me imagino que sería un volver a empezar de cero, volver a nacer en un lugar nuevo, distinto, siempre con recuerdos imborrables en sus mentes. Regresaron a India cuarenta años después. Ya no quedaba casi nadie de la familia, recorrieron sus calles, olieron sus especias, saborearon su esencia y volvieron. Ahora España era su país aunque sus raíces estaban al otro lado.

Sigo en el parque de Santa Catalina tomando café. Por mucho que lo intente no puedo ponerme en la piel de ellos, no puedo saber exactamente sus sentimientos hacia un cambio de vida tan radical. Sus hijos, sus nietos, nacieron y crecieron en esta maravillosa isla de Las Palmas que tan bien los acogió. Por eso yo, su hija, vivo con dos culturas fuertemente arraigadas en mi. Dos culturas de las que procuro extraer lo mejor.