La Asociación Astronómica y Educativa de Canarias “Henrietta Swan Leavitt” llevó a cabo una observación nocturna en el caserío troglodita de El Tablado, Hoya Casa, Juncalillo de Gáldar

El pasado  martes 6 de agosto de 2024, la Asociación Astronómica y Educativa de Canarias “Henrietta Swan Leavitt” ha acercado a la ciudadanía, muy especialmente, a la vecindad de Juncalillo de Gáldar, al celaje ancestral del Paisaje Cultural de Risco Caído y Montañas Sagradas de Gran Canaria en colaboración con la Asociación Vecinal Artevirgua.

En esta ocasión, la observación se ha realizado en el paraje de Hoya Casa, la Gloria, el Tablao, zonas de asentamiento troglodita con diversas cuevas artificiales excavadas durante siglos que se localizan a ambos márgenes del curso alto del barranco, tal y como recoge el Dossier de Risco Caído y que ha sido el escenario de una ancestral observación astronómica con dos grandes  protagonistas en interacción: el Celaje indígena de Canaria y la Montaña de Valerón.

La sociedad indígena canaria, eminentemente agrícola, debió de orientarse por la observación y posición de  determinados astros, así, Fray José de Sosa nos relata en su Topografía de la Isla Afortunada de Gran Canaria (1678) que los antiguos canarios (…) gobernábanse por el sol de día y de noche por algunas estrellas según que tenían experiencia de cuando salían y se ponían; ó a la prima ó a la media noche ó a la madrugada (…).Por su parte, el médico e historiador Tomás Arias Marín de Cubas nos refiere a Sirio en su Historia de las Siete Islas de Canaria (1687) cuando relata que los  antiguos canarios (…) parece que adoraban a el fuego; a el sol y a la luna y a la estrella de los caniculares de onde empezaba el año co grandes fiestas, aun entre enemigos (…).

Cabe destacar que  la sesión de observación nocturna tuvo  como objetivos principales fomentar desde la Astronomía las vocaciones e inquietudes hacia las disciplinas científico-técnicas, socio-humanísticas y  artísticas; integrar la participación vecinal en el programa de actividades de la asociación; diseñar y perfeccionar proyectos de investigación, prioritariamente astronómicos, al igual que   reconocer y apreciar la dimensión cultural de las ciencias en la formación integral de las personas, valorando los contenidos relacionados con el patrimonio natural, arqueoastronómico y ancestral de Canarias;también persigue  despertar el interés por la salvaguardia y protección del celaje y de los espacios sagrados, prioritariamente, del Paisaje Cultural de Risco Caído y Montañas Sagradas de Gran Canaria.

La observación nocturna  contó en esta ocasión con la colaboración de dos de sus miembros: Carlos Lorenzo y Rosetta Martorell. La actividad dio comienzo  tras la puesta de la Luna creciente por el horizonte de Risco “Cáido”  con unas palabras iniciales de Yesenia Velázquez García, presidenta de la Asociación Vecinal Artevirgua Juncalillo, y con la asistencia aproximada  de una treintena de vecinas y vecinos, en su mayoría de Juncalillo, que se congregaron  con el propósito de conocer el celaje del caserío troglodita.

Tras  unas consideraciones introductorias por parte de Rosetta Martorell acerca de mecánica celeste y de astronomía cultural de la sociedad indígena de Canaria   se sucedió  la  observación, una interpretación del celaje  ancestral  en sinergia con la Montaña de Valerón,  ¿acaso a modo de  Axis Mundi? La exploración astronómica  se llevó a cabo a ojo desnudo y se complementó con prismáticos y telescopio, lo  que permitió indagar  de forma más detallada y científica los objetos de campo profundo. Se apreciaron  en este contexto, al noroeste,las constelaciones circumpolares tan relevantes en la astronomía cultural  con  la  Osa Mayor y su célebre asterismo  de “El Carro”,  formado  por  siete estrellas, todas ellas con nombres de origen árabe: Alkaid, Mizar, Alioth, Megrez, Phekda, Merak y Dubhe; junto a Mizar existe una estrella menos brillante, Alcor,  con la que conforma una estrella doble visual.  En la mitología árabe representa un ataúd con el cortejo fúnebre formado por las  tres estrellas plañideras (la cola de la osa en la mitología grecolatina);a su vez, las estrellas apuntadoras Dubhe y Merak conducen más al noreste  hasta la estrella Polar – aproximadamente,  a unos 0.8 grados del polo norte celeste – Polaris, la supergigante amarilla, una cefeida clásica, localizada en la  Osa Menor con su forma de carro o cazo pero con la cola invertida en relación con la Osa Mayor que conduce hasta la constelación de Casiopea percibida con su forma inconfundible de “M” o “W,” según se mire.

Es preciso remarcar que los nombres indígenas de las estrellas árabes datan del siglo IX y  se encuentran en   El  Libro de las estrellas fijas (Kitab suwar al-kawakib ath-thabita), obra de Abd Al-Rahman  Al Sufi. Aunque un gran número de estrellas poseen nombres griegos y romanos, como es el caso del referido a  la estrella variable doble espectroscópica Spica, la más brillante de la constelación de Virgo, cuyo nombre ha  derivado del latín  spica virginis , con el significadode “la espiga de la virgen”. Esta constelación zodiacal está vinculada a  Deméter diosa de la fecundidad de la Tierra, con el significado de  “ Madre Tierra”,  referida particularmente a  la tierra cultivada y de los cereales, que es lo que representa también la deidad itálica Ceres. No obstante, el origen de esta constelación  está arraigado a Mesopotamia, así en las Tablas de Mul-Apin significa “espiga” o “surco de la siembra”. Asimismo, llama la atención la simbología y culto  a las deidades vinculadas a la estrella Spica y las diosas-madres de los pueblos del Antiguo Mediterráneo (Anat-Isthar-Astarté-Tanit…), especialmente del norte de África. En el sureste, entre la Osa Mayor y Virgo,  captó la atención la gigante roja Arturo, estrella  de la constelación de El Boyero. Esta designación está vinculada a la mitología griega, donde la constelación de Bootes se denominaba  “Artofilace”  (de “arktos”, oso y “phylax”, guardián o custodio)  se vinculaba a un pastor, guardián de las Osas Mayor y Menor. No obstante, para los romanos El Boyero  representaba a un labrador con un arado conducido por siete bueyes de tiro (triones en latín). De esta forma, la palabra “septentriones” (de “septem”, siete y “triones”, bueyes de tiro) se refería a las siete estrellas principales de la Osa Mayor, que forman el asterismo de “El Carro”. Así, en la bóveda celeste, El Boyero  sigue a la Osa Mayor alrededor del polo norte ya que sus bueyes están atados al eje polar y su movimiento mantiene los cielos en constante rotación. La denominación de esta constelación en el árabe indígena es العوّاء, al-‘awwa’ / as-sayyahan-naqar / haris ash-shamal , el que aúlla,  el guardián del norte.

Relució hacia el cenit por el noreste el asterismo estival conocido como el  triángulo de verano,  formado por Altair, en la constelación del Águila, Deneb, en la constelación del Cisne, y Vega, en la constelación de la Lira.

En este periplo cósmico  destacaron hacia el sur,  las constelaciones estivales  del Escorpión con su poderosa y rojiza  Antares, y  Sagitario cuya posición indica aproximadamente nuestro centro galáctico,donde se encuentra Sagitario A , el agujero  negro con la masa de millones de soles como el nuestro, en plena Vía Láctea (“Camino de Santiago”), esa franja  blanca, que encarna el brillo combinado de los millones de estrellas que componen nuestra galaxia y que fue cruzando el celaje  de norte a sur  sobrevolando la Montaña de Valerón.  

Y ya con la atención puesta en el horizonte este concluyó la actividad con la observación de de la constelación  de Andrómeda, que hospeda a nuestra galaxia espiral  vecina, M31, también vino al encuentro  el planeta Saturno,  cuyos anillos y satélites fueron percibidos con el telescopio para disfrute y aprendizaje  de  una ciudadanía emocionada  ante tanta belleza sideral. Se cree que los anillos de Saturno son fragmentos de cometas, asteroides o lunas destrozadas que se rompieron antes de llegar al planeta a causa de su fuerte gravedad. También se apreciaron dos de sus 146 lunas. ¡Y a propósito de los cometas!…, la noche estuvo amenizada por Las Perseidas,que todos los años se pueden percibir desde mediados de julio hasta mediados de agosto. Este año tendrá su radiante en las noches entre el 11 y 12 y entre el 12 y 13 de agosto; lejos de ser estrellas fugaces, Las Perseidas   son  meteoros que se producen cada año cuando la Tierra atraviesa los restos dejados por el cometa 109/Swift-Tuttle, estos  fragmentos, del tamaño de un grano de arroz en el mejor de los casos, entran en la atmósfera a una velocidad enorme, la fricción con el aire los calienta y se vaporizan dejando una estela muy brillante que conocemos como meteoro o estrella fugaz.

En definitiva, se ha logrado el propósito de la observación que devino un reencuentro con el  celaje  indígena  estrellado que clama ser protegido y explorado, una visión ancestral que sirvió de  conexión con un paisaje entre astros, bacanales y cuevas a ambos márgenes de  un barranco singular…La Gloria, El Tablao, Hoya Casa y poseedora de todos los saberes y secretos, se erige la Montaña de Valerón. El paseo estelar resultó una convivencia arqueoastronómica por las constelaciones estivales y circumpolares más significativas  así como por aquellos astros cuya incidencia en la Montaña  fue merecedora de una apreciación excepcional.

La Asociación  Astronómica y Educativa de Canarias “Henrietta Swan Leavitt” agradece el apoyo de la Consejería de Presidencia del Cabildo de Gran Canaria que mediante la concesión de la Subvenciones Dirigidas a la Realización de  Proyectos y Actuaciones que Fomenten la Promoción del Movimiento Asociativo y la  Convivencia  Ciudadana de 2023  permiten llevar a cabo este tipo de acciones. De igual manera,expresa su  gratitud  a la Asociación Vecinal Artevirgua por haber contado con la AAEC para esta actividad que ha resultado una convivencia estremecedora y bella  con el celaje ancestral de Artevirgo.