Hoy me gustaría despertar junto a una pequeña ventana que diera acceso a ese cielo donde están los que ya partieron. Me pasaría un buen rato charlando con ellos, les daría esos besos no dados, los abrazos que aún quedan enclaustrados en mi pecho, compartiría sonrisas por todos los buenos instantes ya vividos y los que hubiese querido que fuesen y no fueron.
Si hoy llego a despertar junto a esa ventana abierta sé que traspasarla sería el viaje mejor proyectado, la visita que siempre soñé, viviría el instante que en forma de bucle se oculta en mis sueños, cumpliría muchos de mis deseos, ahora imposibles.
Si hoy pudiese entrar un ratito a ese cielo por la pequeña ventana que está abierta junto a mi almohada volvería con más fuerzas, viviría más atento, besaría y abrazaría más a las personas a las que amo, compartiría más de lo aprendido de esos que ya se fueron.
Si hoy pudiese entrar por esa ventana disfrutaría ese regalo. Por supuesto que volvería a mi cama, a mi ahora, a vivir lo que aún me queda bajo este cielo, pero tras haber jugado un partido de baloncesto, traerme sabios consejos, disfrutar de un café y buena charla, de unas cervezas y viejos chistes, de un cochafisco inundado de recuerdos, y con los bolsillos repletos de caramelos, en especial de Tirma de chocolate, de esos que ya no se hacen, con el relleno de cacao, que tanto me recuerdan los besos y las risas de aquellos que aún laten en mi corazón.
Les dejo, me voy a dormir una pequeña siesta.