El otro mi hermano por Pedro Lorenzo Rodríguez Reyes

Entre artistas callejeros y floristerías, la famosa Rambla de Barcelona me llevó hasta el mar pasando por lugares como el Gran Teatro del Liceo, el Mercado de la Boquería o el Palau Güell. Y nada mejor que una tranquila caminata por el paseo marítimo para rematar uno de mis últimos días en Barcelona.

La Rambla es una de las calles más conocidas de la ciudad y también una de las más conflictivas. La prostitución, los robos y las peleas se han convertido en el día a día de esta zona de obligada visita para el turismo. Mis amigos me dicen que hay mucha inseguridad, que no me puedo imaginar la de robos que a habido este verano. Delincuencia, manteros, carteristas, gente pidiendo, peleas, hay de todo.

Yo no voy a  condenar al más débil sin preguntar cómo se pueden vivir esos hechos, sin consultarlos, siempre culpables y sin cuestionamiento.

Querido amigo,  la discriminación desgraciadamente sigue viva no sólo aquí, sino en muchas partes del mundo y bajo diferentes formas: en las relaciones internacionales, en la política, en la economía, en el empleo, en el deporte…. En definitiva, allí donde prevalece el interés particular en detrimento de la dignidad de las personas surgen odio, intolerancia, y discriminaciones de todo género.

Nadie nace racista, se aprende y se nutre en la familia, en la escuela, en el grupo a través de la exaltación de los propios orígenes , al amparo de las armas y bajo la sombra de mitos y banderas. De ellos nacen el odio, los prejuicios y los estereotipos hacia todos aquellos a quienes no nos gusta identificar como iguales a nosotros mismos, sí amigo: esos los otros: los manteros, los moros, los sudacas, las prostitutas… El rechazo y el desprecio y hasta las palizas son su pan de cada día.

Nunca se me olvidará las palabras de uno de uno de mis profesores, Pepe Alonso, que me decía que la «agresividad nace del miedo a perder la vida, o los bienes que deseamos conservar». La hospitalidad y convivencia, en cambio, son fruto de una alteridad bien entendida. El otro no es el enemigo, sino el hermano susceptible. La sociedad en general, necesitamos potenciar una serie de factores positivos basados en el conocimiento mutuo, la estima, la confianza, la hospitalidad la tolerancia y la solidaridad.

Sabes porque amigo, porque el otro diferente también es mi hermano.