Hace unos días la Generalitat de Cataluña, anunció que implantará un programa de educación sexual y afectiva, «Coeduca’t, este programa se implantará en 300 centros de toda Cataluña durante el curso 2021-2022.
Hace mucho tiempo que entendí que la sexualidad es mucho más que tener vulva o que tener pene, que te gusten las chicas o los chicos.
Compartir miedos, angustias y mucho desconocimiento sobre anticonceptivos, sobre sexo, sobre amores, con amistades, o con algún que otro novio, me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de la buena información afectiva sexual, para tomar decisiones vitales correctas.
En el mes de septiembre empecé un experto universitario, me tocó estudiar a los filósofos, Sócrates decía que: «El conocimiento nos hará libres», pues creo que esta frase la podemos aplicar a la sexualidad y a la afectividad.
Gracias a mi formación y también a mi profesión he tenido acceso a los cambios que se han producido en la sexualidad y en las relaciones de pareja en estos últimos 20 años.
Me remonto a 1960, la agencia Americana del medicamento aprobó el primer anticonceptivo oral, en España no se pudieron utilizar legalmente hasta 1978, 18 años despues. Otro hito importante, en 1975 la ONU proclamó el año internacional de la mujer, todo esto insufló aire a la revolución del feminismo. Y ya recientemente en el año 2005, la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo se aprueba en España. Estos y otros acontecimientos han supuesto que en pocas décadas se hayan logrado cambios para que muchas personas puedan emprender caminos diferentes a la hora de gestionar su sexualidad y su vida afectiva.
Es decir, en la actualidad, ahora mismo, existen una gran cantidad de opciones y posibilidades de evidenciar nuestra sexualidad y nuestras relaciones sexuales de pareja que nos otorga mayor libertad, pero también, a la vez, una gran responsabilidad, porque nosotros/as somos los que tomamos determinadas decisiones.
Podemos decidir, o no, utilizar un preservativo, hasta experimentar una relación heterosexual o homosexual, a ser fieles o infieles, o poliamorosos, a practicar unas conductas sexuales o otras, a decidir no tener hijos o tenerlos, a buscar relaciones sexuales o pareja, presentarte con otro género diferente al que se te asignó al nacer y también, porque no, a reivindicar ser asexual.
El autoconocimiento sexual es muy importante, conocer las opciones y elegir con el fin de poder disfrutar la que encaja conmigo, la que encaja contigo, este conocimiento sexual propio, pero también ajeno, a de incluir las dimenciones: biológicas, afectivas, psicológicas, moral y cultural, y por ello se hace imprescindible canalizarlo en una educación sexual. Los que me conocen bien saben que esto se puede lograr, con la pluralidad y la actitud democrática.
Me entristece mucho comprobar, como mucha de la información y actitudes de los adolecentes, jóvenes y también adultos proviene mayoritariamente de ver un determinado tipo de porno, o leer determinados libros, como por ejemplo, 50 sombras de …., eso no convalidan un curso sobre la educación sexual.
La comunicación sexual y afectiva se tiene que convertir en un pilar básico en el inicio de una relación sexual o afectivo sexual, y también si procede en su evolución como pareja.
Sería genial poder hablar de sexo con más tranquilidad en general, y con nuestros amantes o parejas poner en común desde el inicio, cuales son nuestros valores, nuestras actitudes, nuestros comportamientos sexuales y afectivos, y que no parezca extraño indagar en ellos.
Los modelos que están implantados, son aquellos de los que conocemos, los que están basados sólo en los riesgos, en lo malo de la sexualidad, y una falta de comunicación sobre el tema sexual provoca que el referente sea el porno.
Una buena sugerencia como estudiante en psicología es que se incorpore la educación sexual y afectiva en los centros educativos y en las escuelas para padres y madres, superando el modelo actual de talleres basados en la prevención de los riesgos de la sexualidad, ir incorporando las relaciones afectivas, perpectiva de género, la diversidad sexual y la positivación de la dimención sexual, desde la infancia hasta la vejez, de manera que nos guíe para una vida más feliz.
De esta manera creo que podríamos lograr una sociedad con personas responsables, éticas, respetuosas respecto a la sexualidad y a las relaciones afectivas y capaces de comunicarnos mucho mejor en estos aspectos con otras personas y sin la necesidad de formar getos entre diferentes grupos por su orientación sexual, su identidad sexual o su preferencia en la relación.