Pasamos muchas horas en las redes sociales, aplicaciones para conocer nuevas amistades o amores, chats online… ¿pero realmente sabemos quién está al otro lado en esos momentos? Siempre tenemos esa incertidumbre, de saber si ciertamente la persona con la que estamos hablando es quien dice ser. Como buenos humanos, confiamos en que la información que nos cuenta es verdadera, que sus intenciones son como las tuya…buscar con quien hablar para disiparse de su día, intentar encontrar a esa persona especial, etc.  Miles de razones y motivos como personas, todos con su verdad o al menos eso es lo que nos quieren hacer creer.

Cada vez son más las personas que frecuentan los chats en donde pueden comunicarse con otra persona de cualquier parte del mundo. Una magnífica oportunidad para conocer otras culturas, formas de hablar y enriquecernos con la diversidad pero ¿qué pasaría si en el chat hablas con una persona que te dice que tiene 9 años?

Lamentablemente tengo que decirles que esto se repite más de lo que imaginamos. No todas las páginas de chats tienen un control de usuario, ni normas… solo una conversación aleatoria donde tú decides si activar tu cámara, tu micrófono y al otro lado cualquiera puede estar. Parece increíble que menores de tan corta edad tengan acceso a estos chats sin ningún tipo de control parental o de la misma página. Pero así es,  en gran parte de las conversaciones si ya mentían muchos de su apariencia física, situación sentimental ahora añadimos que cada vez son más los niños y niñas que entran a estos chats, en busca de diversión, por pasar el rato porque se aburren sin percatarse que están en un gran riesgo. Debido a que exponen muchos datos personales, entablan conversaciones con personas que no tienen buenas intenciones al enterarse de su edad y entonces pasan a verse controlados por un adulto que decide que tiene que hacer, sino le pueden pasar cosas que no le gustara. Lo que comenzó como un posible juego de entretenimiento para ese niño o niña, pasan al punto de verse acosados por personas que los manipulan. En la que mayoría de veces acaban cediendo a una cita real. El miedo por la situación crece y contar la verdad a sus padres, les aterra porque saben que no tenían que entrar en ese chat. Así que del dispositivo pasamos al encuentro real, donde sometidos y con pánico dan pasos a la perdición de su inocencia.

Ciertamente sabemos que no todos en las redes y chats somos así, también que hay muchos padres y madres pendientes de que hacen sus hijos cuando están usando internet, pero queremos destacar que no todos actuamos de ese modo. Muchos confiamos en que jamás eso pasará porque los vemos como niños y niñas que son, pero ellos crecen y los tiempos han cambiado. Ahora es “habitual y normal” ver como como con su edad tienen sus propios móviles, tablets y ordenadores. Seamos todos cautos, hablemos con ellos de la otra cara del internet porque más vale saber a qué nos enfrentamos, que arriesgarnos a que lo descubran por sí mismos.

Patricia Pérez Rivero

                                                                                                                      Margua