Hoy en nuestra exploración histórica de las Islas Canarias, nos enfocaremos en Lanzarote

Los escasos restos arqueológicos encontrados en la isla no han posibilitado aún el estudio de los primeros asentamientos humanos prehistóricos; Se sabe, no obstante, que los antiguos pobladores eran los “majos”, los cuales llamaban a la Isla “Tite-Roy-Gatra”. 

A pesar de que el Archipiélago pasa a formar parte, formalmente, de las páginas de la Historia a partir del siglo XV, las Islas eran ya conocidas desde la antigüedad, como ya conté en el otro articulo dedicado a su historia.

Ya en la Grecia clásica sabían de la existencia de las Islas, designándolas “Hespérides”.

Aunque Lanzarote también fue denominada “Purpuraria”, debido a la gran cantidad de “orchilla” (liquen del que se extraen colorantes naturales), que poseía.

Su nombre actual se debe, sin embargo, el navegante genovés Lancelotto Malocello quien, visitó la isla durante unos quince años, comerció con sus habitantes y parece probable que le diera el nombre definitivo de Lanzarote.

Está probado que los primeros habitantes de la isla, como los del resto de Canarias, procedían del Norte de África, de un espacio geográfico que se extiende, aproximadamente, desde Túnez hasta la costa atlántica, y desde el Mediterráneo hasta el límite meridional del desierto del Sáhara, entroncados cultural y genéticamente con los pueblos bereberes del actual Magreb.

En cuanto a las fechas del poblamiento, la mayoría de las teorías apuntan a un momento próximo al año 500 a. C. para datar las primeras arribadas humanas a las Canarias. Las causas exactas que motivaron el desplazamiento se desconocen, aunque la mayoría de los historiadores se decantan por la necesidad de huir, debido a la hambruna, por constantes sequias.

Sobre el aspecto físico de los aborígenes de la isla poco se sabe con certeza, debido a la escasez de estudios antropológicos.

Las limitadas piezas óseas estudiadas remiten a un tipo de estatura media-alta y acusada robustez, de características mediterranoides /norteafricanas.

 No obstante, la crónica normanda de la conquista (Le Canarien), apunta que los conquistadores quedaron admirados por el aspecto físico, las costumbres y las virtudes de los aborígenes.

De los “majos” nos decían que eran caritativos, alegres, amigables, y grandes cantadores y bailadores.

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Fdo: Julio César González Padrón

Marino Mercante y Escritor

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