22 de julio día de Santa María Magdalena, de prostituta a santa y compañera de Jesús de Nazaret, una historia apasionante

María Magdalena, es mencionada, tanto en el Nuevo Testamento canónico como en varios evangelios apócrifos, como una distinguida discípula de Jesús de Nazaret. Es considerada santa por la Iglesia católica, la Iglesia Ortodoxa y la Comunión Anglicana, que celebran su festividad el 22 de julio. Reviste una especial importancia para las corrientes gnósticas del cristianismo. Su nombre hace referencia a su lugar de procedencia: Magdala, localidad situada en la costa occidental del lago de Tiberíades y aldea cercana a Cafarnaúm.

María Magdalena era una mujer de buena familia, educada y pudiente que alojó y proveyó materialmente a Jesús y sus discípulos durante su predicación en Galilea, que anteriormente había sido curada por Jesús. Es testigo de hechos relevantes: estuvo presente durante la crucifixión de Jesús, estuvo presente en la sepultura y vio donde Jesús era puesto, fue la primera testigo de la resurrección, después comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles

La tradición cristiana occidental (católica), sin embargo, ha identificado con María Magdalena a otros personajes citados en el Nuevo Testamento: la mujer adúltera a la que Jesús salva de la lapidación, la mujer que unge con perfumes los pies de Jesús y los enjuga con sus cabellos antes de su llegada a Jerusalén. La unción tuvo lugar durante el ministerio en Galilea. María de Betania, hermana de Lázaro, y que aparece en otros conocidos pasajes del cuarto evangelio, como la resurrección de Lázaro. Se identifica también con la María del episodio de la disputa entre Marta y María.

La identidad de María Magdalena como María de Betania y «la mujer quien fue una pecadora» fue establecida en un sermón que el papa Gregorio dio en el año 591, en el cual dijo: «Ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora, la cual José llama María [de Betania], nosotros creemos que es María, de quien siete demonios fueron expulsados, según Marcos».

“A la mañana del domingo, María la de Magdala, discípula del Señor, atemorizada a causa de los judíos, pues estaban rabiosos de ira, (no había hecho en el sepulcro del Señor lo que solían hacer las mujeres por sus muertos queridos), tomó a sus amigas consigo y vino al sepulcro en que había sido depositado“.

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