IV Jornadas contaminación lumínica

Una vez más, el Casino de Gáldar ha acogido a un grupo de expertos para seguir informando y concienciando a la ciudadanía sobre los peligros que conlleva la Contaminación Lumínica. Además de la participación y colaboración de unos de los investigadores sobre Contaminación Lumínica más relevantes de Europa, Alejandro Sánchez de Miguel, se ha sumado un número considerable de ciudadanos cada vez más sensibilizados y/o afectados con el problema de la Contaminación Lumínica.

Vivimos en un mundo cada vez más iluminado donde el brillo del cielo nocturno ha aumentado un 10% cada año en la última década. En la actualidad, la contaminación lumínica afecta a 8 de cada 10 personas. Este aumento exponencial afecta de manera directa al gasto energético, la calidad del cielo, la salud, y al medioambiente. 

Durante estas jornadas se expuso el desafío que supone hacer frente a la contaminación lumínica, un problema ambiental importante claramente incrementado por la creciente proliferación de luces LED blancas en nuestro alumbrado público. Se revisaron sus impactos potenciales, que se extienden a ámbitos tan diversos como la salud medioambiental y humana, las observaciones astronómicas o nuestro patrimonio cultural, e intentando dar respuesta a este reto.

Se ha insistido repetidamente a lo largo de las jornadas en que los efectos adversos provocados por al contaminación lumínica son totalmente reversibles, y además, son fáciles y rápidos de corregir: iluminar únicamente la superficie indicada, sin enviar luz fuera de ella, con la cantidad justa de luz que se precise y no más; usar luz cálida (temperatura de color igual o inferior a 2.700K) y apagar el alumbrado cuando no se necesite. Como complemento, usar reductores de flujo en horario nocturno e, incluso, sensores de presencia en los lugares donde sea posible.

Además, durante el evento se procedió a un análisis del alumbrado exterior en las principales calles de Gáldar encontrando luminarias sobredimensionadas que emiten más luz de la necesaria, creando diseminación hacia zonas no deseadas y desperdicio energético. Es más, mediciones realizadas durante dichas jornadas constataron un flujo luminoso en fachadas que exceden los límites permitidos. Esta planificación deficiente de los proyectos de alumbrado y el exceso de potencia generan un resplandor característico que es visible a kilómetros de distancia de los núcleos urbanos.

Según los ponentes, controlar la contaminación lumínica no consiste únicamente en reducir lúmenes o la temperatura de color. Exige un diseño de iluminación preciso y adaptado a cada entorno. Solo así se puede garantizar unos cielos nocturnos de alta calidad sin renunciar al confort y la seguridad de los habitantes.

La Contamiación Lumínica y sus graves consecuencias es un hecho evidente y reconocido tanto por instituciones supranacionales, nacionales y locales. Sin embargo, el entramado político-institucional sigue mirando descaradamente hacia otro lado. 

Una vez más se echó en falta la asistencia de los responsables políticos y técnicos de iluminación quienes apuestan alegremente por la instalación de este tipo de luz con alto componente en luz azul a pesar de conocer perfectamente las consecuencias de la misma. 

Se enfatizó en varias ocasiones a lo largo de las jornadas que más allá de la pérdida estética y patrimonial de un cielo estrellado, este fenómeno tiene consecuencias directas sobre la biodiversidad, la salud humana y el consumo energético de nuestras ciudades.

Iluminar bien no es solo una cuestión de cantidad de luz, sino de calidad, orientación y conciencia. Con rigor y visión de sostenibilidad es posible iluminar las ciudades respetando uno de los patrimonios más valiosos de la humanidad: el cielo nocturno.

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