Biblioteca Saulo Torón, Parque Arnao, Telde
Viernes, 6 de junio – 19:00 h
Con la participación de la catedrática Alicia Llarena y el coach Esteban Rodríguez
El próximo viernes, la Biblioteca Saulo Torón se convierte en un espacio ceremonial para rendir homenaje a la poesía —no como un cadáver exquisito, sino como una voz aún viva que, como nos recuerda Manuel Díaz García, merece ser defendida del olvido, del artificio y del ego.
“Exequias por la poesía”, su más reciente poemario, ha provocado un revuelo sosegado pero profundo entre escritores y lectores. No es solo un conjunto de trece poemas: es una elegía, una denuncia, un espejo y una liturgia. Cada verso parece estar escrito con la urgencia de quien sabe que la poesía muere un poco cada vez que se la prostituye en performances vacías, en versos huecos, en el culto al yo sin memoria ni lectura.
Como destaca Berbel, “nuestro poeta se está espabilando… y tiene ya hasta licencias poéticas para dar algunos zarpazos”. El libro es denso, pero ágil; reflexivo, pero directo. Nos lanza preguntas que no esperan respuesta, porque la verdadera respuesta, como señala Antonio Arroyo Silva, está en resistir y seguir escribiendo desde la honestidad: “el poeta también debe ser testigo, fiscal, juez… y, si se tercia, abogado”.
Fermín Higuera Álvarez nos propone leer el poemario como un acto de duelo: con el alma abierta, el respeto de un rito y la sensibilidad necesaria para entrar en el fondo a través de la forma. Y no es casual que Góngora —el perro del poeta— comparta nombre con el gran maestro barroco: Díaz García no teme dialogar con la tradición culta, desde Lezama Lima hasta Claudel, como nos recuerda Antonio Arroyo Silva, para oponerse con belleza al “mucho ruido y pocas nueces” de los falsos poetas.
Por último, Juan Luis Calero nos revela al poeta-panadero como un artesano de palabras, alguien que amasa el verso con el mismo esmero con que reparte cada mañana el pan. Desde las cumbres de Gran Canaria, su voz —como el aroma de la masa madre— nos alcanza con autenticidad: sin imposturas, sin alardes, con un profundo respeto por la palabra.
Este viernes, no es solo la presentación de un libro, es una llamada a todos los que aún creemos que la poesía no ha muerto, pero necesita nuestra voz para seguir respirando.
Acompáñanos en esta ceremonia poética.
Un funeral simbólico, sí, pero también una resurrección en cada verso.