De las muchas fortalezas defensivas que sucumbieron víctimas, no por motivos bélicos, sino de la piqueta urbanística, siempre a las ordenes de la necesaria expansión de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, una de ellas es la llamada “TORRE DE SANTA ANA”, aunque su genuino nombre fuera el de “Curbelo de Santa Ana”.
Se levantaba esta fortificación al borde de la Ciudad, junto al mar y actuaba como complemento defensivo de protección de la Muralla de Las Palmas; pero para ser justos, hay que apuntar que, aunque destacó por su bravura y porte; no así por ofrecer precisamente demasiada resistencia al futuro expansionista de la ciudad, cuando le llegó el turno de “colaboración” obligatoria, y eso que según se puede observar en fotos antiguas que, piezas de artillería, lo que se dice en número más que suficiente , no le faltaba a la susodicha heroína “Torre”.
Pero ella que, tan bravamente lucharía contra las continuas invasiones piraticas, sucumbió sin ofrecer apenas resistencia a algunas de las necesidades de la patria chica.
Mientras moría, es de suponer que recordaría aquella promesa que en sus años mozos hiciera, la de defender y dar por la patria, hasta la ultima “gota de su sangre”; aunque pienso en qué en su caso y debido a su naturaleza, sería más acertado decir: “Hasta mi último bloque de piedra con la que fui construida” y como nunca dejó de ser canaria, seguro qué, sustituiría el vocablo “de piedra” por el de “tenique”. Jajajajaja
