Hoy prosigo con mi “Guía Informal y desenfadada de Gran Canaria”. Hoy hablaremos del castillo de San Francisco, ubicado en las Palmas de Gran Canaria

Este Castillo de San Francisco, también llamado antiguamente “Castillo del Rey”, se encuentra ubicado en la cima del Risco de San Francisco, en Las Palmas de Gran Canaria. Su historia está marcada por la defensa, la estrategia militar y la arquitectura singular.

Viene a ser otro de los bastiones que reforzaba la defensa de la famosa “muralla” de Las Palmas hoy desaparecida, de la que ya te hablé en mi crónica anterior y cuyos sus cimientos hoy yacen enterrados bajo lo que es actualmente toda la Calle Bravo Murillo, desde el Parque de San Telmo hasta llegar al mismísimo Castillo de Mata.

Su construcción comenzó en 1601 y se prolongó hasta 1625, aunque ya en 1595 se había solicitado su edificación tras un ataque pirata liderado por Francis Drake el “Pata de Palo”.

El mismo fue diseñado como una fortaleza defensiva adaptado al terreno montañoso; con planta irregular. Tras haber sufrido la capital el ataque del terrible pirata Francis Drake, más conocido por el sobre nombre de “Pata de Palo”, que no solo saqueó toda la ciudad, el muy animal, sino que fue pegando fuego a toda edificación que se le ponía por delante. ¡Vamos! Qué, lo que se dice todo un Angelito de “lo bueno” que era el jodido guiri holandés el cual no vino precisamente ni a vender mantequilla, quesos o de veraneo al Sur de la Isla.

Ocupa el susodicho Castillo una extensión de 5.750 m²; lo que lo convierte en una de las mayores plataformas defensivas de la Isla.

Su papel estratégico estaba fuera de toda duda; pues su ubicación permitía controlar el acceso a la Ciudad y al interior de la Isla, lo que lo hacía vital en caso de ataques.

Precisamente durante el ataque del “puto” pirata holandés Pieter van der Does en 1599, con solo tres cañones se logró causar la pérdida de 300 soldados enemigos en tres días.

Estaba conectado por unas murallas con el cercano Castillo de Mata y la plataforma Punta de Diamante, formando así parte del sistema defensivo de la Ciudad.

Su forma triangular y baluartes en Punta de Diamante lo hacen único entre las fortificaciones canarias.

En el siglo XIX se ordenó su demolición, pero fue salvado y se conserva en buen estado.

Durante casi todo el siglo XX fue utilizado como prisión militar y desde 1949 está considerado oficialmente Monumento Histórico Artístico, lo que hacía que los presos, aunque “jodidos” se sintieran más importantes, que los otros a quienes se les enviaban al Barranco de la Ballena, donde se ubicaba la prisión de la Armada (hoy cerrada) y que se le conocía con el sobrenombre de “La Cueva”

El estado actual del Castillo, no es precisamente el que nos gustaría; tanto que, serviría para lavarle la cara a más de un político del Gobierno Municipal o el de Canarias, responsables de la conservación de nuestro rico y algo olvidado patrimonio histórico.

Aunque es justo añadir, que si al publicarse estas referencias, resulta que ya lo están adecentando, vaya por delante que, no se me flipen, porque tampoco pediré perdón por lo dicho; pues lo que si es cierto, es que desde que lo abandonó el Ministerio de Defensa y fue entregada su responsabilidad de conservación al Gobierno de Canarias, éste ha pasado a ser prisionero de la desidia y abandono.

Pero no me sea malo. Porqué, la culpa no la tienen los políticos de turno Nada más lejos de la realidad; el único culpable son las “mordidas” que dan los empresarios para la adjudicación de obras, que no han estado a la altura…, nada más. Jajajajaja 

Como dije más arriba, ha sido utilizado como prisión militar y aún se conservan partes originales como el recinto amurallado y la plaza de armas.

Si alguna vez paseas por el barrio de San Francisco, no solo verás el Castillo, sino también callejuelas empedradas, casas tradicionales y rincones llenos de historia que, te recomiendo. Eso sí, dile a la parienta que se olvide de ir con aquellos zapatos de tacones tan bonitos que se compró en las rebajas del Corte Ingles, porque de caminar por sus empedradas calles, terminaran “hecho gofios” y que yo sepa, ya no quedan zapateros que arreglen “tapas” y menos un lunes que es su día de descanso. Jjajajaja

¡Qué cosas!

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