La XXIX Cita de la Poesía de Berlín aboga por el uso de la poesía ‘como arma contra la infamia y la barbarie’

La XXIX Cita de la Poesía de Berlín aboga por el uso de la poesía ‘como arma contra la infamia y la barbarie’

  • Las y los poetas participantes en la Cita poética leyeron un Manifiesto en el campo de concentración de Sachsenhausen

  • El evento, que se celebró en Berlín del 17 al 22 de septiembre, contó con la participación de medio centenar de poetas procedentes de Canarias, Latinoamérica y Alemania

La Cita de la Poesía Berlín-Islas Canarias-Latinoamérica concluyó el pasado 22 de septiembre después de un intenso programa de actos que incluyó la lectura del Manifiesto »La poesía, nuestra arma contra la infamia y la barbarie” en el campo de concentración de Sachsenhausen, ubicado en la ciudad de Oranienburg (Alemania).

Con la lectura de este Manifiesto, queremos hacer patente nuestro más enérgico rechazo a la barbarie contra el ser humano que se está perpetrando en el mundo, especialmente contra el pueblo de Palestina, y reivindicar la paz y la defensa de los derechos humanos porque ante la atrocidad contra la humanidad las y los poetas no se pueden quedar callados, afirmó el poeta peruano José Pablo Quevedo, impulsor de la Cita de la Poesía.

La lectura del Manifiesto, realizada por la presidenta de la Asociación de Escritoras y Escritores Palabra y Verso Josefa Molina, tuvo lugar en el campo de concentración de Sachsenhausen, a unos cuarenta kilómetros de la capital alemana, y en él se aboga por la concepción de la poesía “como arma de denuncia ante la infamia y de lucha frente a la atrocidad. La poesía como instrumento para reivindicar una sociedad mejor.

Esta lectura formó parte de la visita que se llevó a cabo al campo de concentración donde estuvo retenido el presidente de la Segunda República, Francisco Largo Caballero, cuyo memorial fue también visitado por el grupo de poetas participantes. Tras la lectura, se llevó a cabo un emotivo acto con la entonación colectiva de la canción ‘Solo le pido a Dios’, del cantautor argentino León Gieco.

La lectura de este Manifiesto se incluyó dentro del intenso conjunto de actividades literarias que conformaron el programa de la XXIX edición de la Cita, celebrada entre 17 y 22 de septiembre de 2025, que contó con la celebración de lecturas poéticas en diversos espacios con la participación de escritoras y escritores canarios, alemanes y latinoamericanos y culminó la presentación del libro bilingüe español-alemán ‘Coger la sombra del cielo’, de Charlotte Grasnick y Lucía Rosa González, a cargo de Antonio Arroyo Silva y Almut Armélin, en un evento amenizado por el violinista David Yonan.

La Cita de la Poesía es un evento organizado por el poeta peruano José Pablo Quevedo, en colaboración con el responsable de la organización de la Cita de la Poesía 2025, Juergen Polinske, y las traductoras Bárbara Quevedo y Margarita Streblow, con el objeto de crear espacios de encuentro entre poetas de diferentes países, promover la hermandad entre personas que cultivan el género de la poesía y fomentar la colaboración para futuros proyectos poéticos colectivos.

La XXIX Cita contó con la presencia de una delegación de poetas procedentes de Canarias (María del Pino Marrero Berbel, Alicia Llarena, Maruja Salgado, Josefa Molina, María Gutiérrez, Felicidad Batista, Isabel Expósito, Lucía Rosa González, Juan Calero y Héctor Rodríguez Riverol, bajo la coordinación de Antonio Arroyo Silva), de República Dominicana (Jorge Piña y Karín Rieke), de Alemania (Almut Armélin, Ulrich Grasnick, Juergen Polinske, Petra Namyslo, Brunhild Hauschild, Claudia Knoblauch y Sigrid Pohl-Haülber) y los participantes hispanoamericanos residentes en Alemania (José Pablo Quevedo, Javier Cáceres, Sonia Solarte, Martha Gantier y María Nancy Sánchez).

Diversos colectivos y espacios culturales participaron en esta XXIX Cita, entre ellos, MeloPoeFant (Sismo Poético Resistente), Metapoesía, Círculo lírico de poetas de Adlershof, bajo la dirección de Ulrich Grasnick así como de poetas latinoamericanos pertenecientes a las Tablas Literarias de Adlershof y de las asociaciones literarias de las Islas Canarias, Abra Canarias Cultural y la Asociación de Escritoras y Escritores Palabra y Verso.

A continuación se adjunta el MANIFIESTO DE LA XXIX CITA DE LA POESÍA BERLÍN-ISLAS CANARIAS-LATINOAMÉRICA

Manifiesto »La poesía, nuestra arma contra la infamia y la barbarie”

Saludos a todas y todos, compañeras y compañeros poetas de la XXIX Cita de la Poesía 2025 Berlín-Islas Canarias-Latinoamérica

Entre estas paredes de hormigón donde hoy nos encontramos fueron encerrados y arrogados a la vileza humana miles de judíos, polacos, gitanos, homosexuales, adversarios políticos y militares soviéticos. ¿Son capaces de sentir su dolor y su miedo? Yo, sí. Y espanta.

Los archivos del campo de concentración registraron la entrada de más de 200.000 personas, mujeres y hombres, que fueron asesinadas ejecutadas, denigradas, abusadas, humilladas y esclavizadas. Todas ellas, víctimas de la infamia y de la sinrazón del ser humano.

Entre estas personas se encontraron algunos miembros del bando republicano español como el que fuera presidente de la Segunda República, Francisco Largo Caballero, quien estuvo recluido en este lugar durante dos años hasta su liberación en 1945, falleciendo meses más tarde en París.

Este campo ha sido reconvertido en espacio que recibe visitantes con el único objetivo de perpetuar la memoria de las miles de personas que perdieron sus vidas entre estos fríos bloques de cemento. Nos encontramos ante el testimonio físico del horror que la deshumanización, producto de las ideologías fascistas y totalitarias, generan en el ser humano.

El campo fue construido por el gobierno nacionalsocialista de Hitler en 1936 con el objetivo de encerrar y asesinar de forma masiva a personas de más de una treintena de nacionalidades diferentes cuyo recuerdo debe de perdurar en la memoria. Sus zapatos, sus gafas, sus ropas, sus fotos, sus cartas… son objetos que se atesoran en este lugar para actuar como pruebas de la infamia más cruel que el ser humano puede ejecutar contra sus iguales, actuando como notarios de una dramática realidad de la historia de la humanidad que el nazismo se encargó de llevar hasta su máxima y abominable expresión.

Pensábamos que habíamos aprendido de la historia, que esa depravación humana no volvería a ocurrir pero nos equivocamos. Han pasado más de 90 años y la vileza se nos muestra en directo y a diario a través en las televisiones y las redes sociales. Vivimos momentos de verdadera incertidumbre, momentos en los que la humanidad se está jugando su futuro.

Los intereses económicos de pequeños y poderosos grupos de oligarcas someten al mundo a vaivenes constantes, la guerra que Putin inició contra Ucrania no tiene visos de llegar a su fin y el genocidio del pueblo palestino por parte del gobierno de Netanyahu responde a una ignominia que como humanidad racional y veladora de los derechos humanos no nos podemos permitir.

En África y Asia se sigue asesinando, violando y esclavizando; los gobiernos de carácter autoritario no dejan de aflorar con fuerza en Hispanoamérica y Europa; en Estados Unidos un loco arrogante juega a ser dios y arrastra en su delirio al resto del mundo. Miles de personas mueren a diario en los océanos o en las fronteras buscando un oportunidad de vida de mejor para ellas y sus familias, se bombardean hospitales, se dispara y asesina a niños y jóvenes hambrientos, se encarcela a disidentes políticos, se cancela y apalea a las personas que elevan su voz contra las injusticias sociales y reclaman paz. El pacifismo se ha convertido en una quimera.

Y en todo este maremágnum caótico surgen demagogos mesiánicos que solo buscan su propio poder, arengados por una sociedad carente de empatía, polarizada, que reacciona a los algoritmos y se somete sin dudar a la llamada de la violencia y el ataque contra el más débil, contra el pobre, contra el distinto, contra el otro. La otredad como objetivo al que disparar, con balas o a través de la palabra. O conmigo o contra mí.

Las reglas del orden democrático establecidas tras la segunda guerra mundial están tocadas, diría que casi hundidas. No hay pensamiento crítico, no hay debate sosegado, no hay confrontación dialéctica sin violencia. Solo ataque frontal e irracional. La insensatez ha ganado terreno. La inteligencia razonada se tambalea al borde del abismo.

El respeto a los derechos humanos ha dejado de ser la frágil línea roja que no se debe de cruzar nunca. La vida humana de la otra persona no importa. Solo se pone en valor el modelo de vida del señor blanco, occidental, rico y acomodado que observa cómo el mundo se desintegra ante sus ojos desde la pantalla de su iPhone de última generación. Y no reacciona porque esta tragedia humanitaria le hace aún más rico.

Vivimos un momento crucial de la historia de la humanidad, quizá uno de sus momentos más definitivos, en los que la sombra del rearme nuclear ha dejado de ser sombra para convertirse en una realidad que apabulla y asusta. Los gobiernos han abanderado la política del miedo, los partidos políticos han hecho suyas las consignas del racismo, la xenofobia, la exclusión y la aporofobia.

Ante todo este tétrico panorama, ¿qué nos queda a nosotras y a nosotros, amigos poetas? A nosotros nos queda la palabra. La poesía como arma de denuncia ante la infamia y de lucha frente a la atrocidad. La poesía como instrumento para reivindicar una sociedad mejor.

Quizás pueda resultar ingenuo, quizás pueda resultar a los ojos de los demás un gesto irrisorio, inútil; quizás enarbolar nuestros versos contra la barbarie humana responda más a la esperanza de contar con un mundo más justo, más igualitario, que a un conjunto de acciones de efectos resolutivos y prácticos.

Sí, quizás sea así pero la palabra, el verso, es nuestra única arma, constituye el timón que debe de dirigir nuestro barco hacia la ilusión de una humanidad a la que cada vez le cuesta más respirar. Una humanidad que boquea desesperada ante tanta inmoralidad.

Por eso, les invito a coger sus lápices, sus plumas y sus ordenadores y a esgrimirlos como armas para decir basta ya, para exigir un mundo más solidario, más empático, que respete los derechos humanos, sin guerras y en paz. Porque, tal y como dijera el poeta español Gabriel Celaya, allá por 1955:

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

¡Manchémonos! Levantemos nuestras voces y no seamos partícipes de esta crueldad que nos asola.

Antes de finalizar me gustaría hacerles una petición: les pido a ustedes poetas, amigas y amigos de la 29 Cita de la Poesía 2025 Berlín-Islas Canarias-Latinoamérica, que hoy más que nunca, el dolor, lo injusto, la guerra, el futuro no nos sea nunca indiferente.

Solo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacía y sola sin haber hecho lo suficiente

Solo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente
Que no me abofeteen la otra mejilla
Después que una garra me arañó esta suerte

Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente

Solo le pido a Dios
Que el engaño no me sea indiferente
Si un traidor puede más que unos cuantos
Que esos cuantos no lo olviden fácilmente

Solo le pido a Dios
Que el futuro no me sea indiferente
Desahuciado está el que tiene que marchar
A vivir una cultura diferente

(‘Solo le pido a Dios’, León Gieco, Argentina, 1978)

Muchas gracias.

Texto escrito por Josefa Molina Rodríguez.

Lectura realizada en el campo de concentración de Sachsenhausen

Oranienburg, Brandeburgo, Alemania

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