Eran cerca de las 8 de la noche y ya se oía por la calle Luis Suárez Galván el inconfundible sonido de las caracolas, los tambores y las cajas. Todo nos decía lo mismo: nuestra Virgen estaba por llegar a San Roque. Y no se hizo esperar.
Cuando apareció por detrás de la ermita, vimos cómo las lágrimas asomaban a los ojos de la gente. No eran de pena, ¡sino de puro amor y devoción por la Virgen de Guía! Con su llegada, la música estalló y la gente bailó de pura alegría.
Cerca de las 9, empezó el descenso de la Virgen hacia la Iglesia Matriz, donde ya la esperaban cientos de vecinos.
Quiero aprovechar para dar las GRACIAS de parte de NorteGranCanaria y su director a Magüe, a su hijo Leroy y a toda su increíble familia. Nos abrieron las puertas de San Roque, nos ayudaron con todo y nos hicieron sentir como si fuéramos del barrio de toda la vida. Magüe, junto a otros vecinos, formó “La Peña de San Roque”, una peña con un trabajo enorme para que estas tradiciones no se pierdan nunca.
Gracias a todos los vecinos del barrio.
A Pepe, por dejarme entrar en la Ermita y hacerme sentir tan a gusto.
Y a esa familia maravillosa que vive sobre la Frutería San Roque (perdón por no saber sus nombres). Sin pensarlo, pedí subir a su balcón, y no lo dudaron me abrieron las puertas, donde estaban Paquito y Boro, para que pudiera sacar fotos perfectas de la Virgen. Compartir con ellos ese momento, ver sus lágrimas de emoción al verla pasar, fue algo que me llegó al alma. Fue realmente emocionante.
SAN ROQUE, ¡GRACIAS!