Nadie le pregunta a la señora Montero, si abortar es matar. Y sí, resulta que lo es. Pero nadie levanta la voz e Irene Montero se hincha a decir barbaridades
El Gobierno ha aprobado este martes en el Consejo de Ministros el anteproyecto de ley del aborto, en rueda de prensa posterior, la ministra de Igualdad, Irene Montero, hacía gala de su proyecto estrella, y explicaba, punto por punto, su nueva ley. Ataviada en su muñeca con la pañoleta verde de las abortistas chilenas, comenzaba su exposición: la ministra dice que esta norna es una muestra de «lo que es este Gobierno y lo que es esta coalición», dejando claras cuatro cosas: la ministra es homicida, mentirosa, majadera y ordinaria. Y estas palabras no son gratuitas. Las pruebas:
La ministra Montero es homicida porque el aborto es un asesinato. Y da igual las cuestiones periféricas que trae consigo esta ley. Lo único que importa es que el aborto es el asesinato más cobarde que existe, sobre el ser más inocente e indefenso de todos y perpetrado por la propia madre. E Irene lo ve un derecho y lo considera «un medidor fundamental de calidad democrática». Y más, facilita el acceso a las píldoras anticonceptivas, hace gratuito su acceso, y repartirá, también gratuitamente, métodos barrera de anticonceptivos en centros educativos, sociales y penitenciarios. Es decir, ayudas al aborto de nuestros días, el aborto químico, mucho más numeroso e igualmente letal, pero invisible.
Irene miente cuando dice que va a garantizar que en los centros públicos se pueda abortar. Según la ministra las mujeres que abortan, en su mayoría, lo hacen en centros privados por las trabas que pone la ley. ¿Qué trabas? Si en España ya se puede abortar de cualquier manera posible y en cualquier circunstancia. Si no se aborta en centros sanitarios públicos es porque ningún médico con plaza quiere mancharse las manos en la eliminación del más inocente e indefenso de todos los seres humanos. Lo que la ministra pretende es matar conciencias, en esta ocasión, de los sanitarios. Creará un listado de médicos objetores, que suena a señalar al médico que no quiera dar muerte, en lugar de un registro de médicos dispuestos a perpetrar abortos.
La ministra de Igualdad demuestra su majadería en todas las medidas periféricas que acompañan a la Ley. Incluye la educación sexual y establece su obligatoriedad en todas las etapas educativas, y se formará en educación sexual y menstrual a profesores, funcionarios de prisiones y trabajadores públicos. Habrá bajas por reglas doloras e incapacitantes. Y se fomentarán los métodos de anticoncepción masculina, «hay que ser corresponsables», porque la responsabiliad no puede ser solo de las mujeres, lo que olvida la señora Montero es que, en este punto, la separación entre hombre y mujer es completa y absoluta. Porque, para empezar, el hombre sólo engendra, mientras que la mujer engendra y gesta. Por tanto, la anticoncepción masculina no es más que espermicidas, que pueden fallar.
Finalmente, doña Irene es muy ordinaria. A sus declaraciones en la entrevista con la SER, la ministra ha añadido que no puede ser que no haya baños con lavabos con agua para lavar las copas menstruales o preparados para cambiarse un tampón o compresa.
La ministra acaba su exposición, no sin antes agradecer al personal sanitario de las clínicas privadas sus esfuerzos y su dedicación, sobre todo cuando «han sido acosadas» por personas que estaban en las puertas de las clínicas. Porque recuerden, para Irene protestar por el aborto y rezar en la calle, ¡es acoso!
Y lo más importante, nadie le pregunta a la señora Montero, si abortar es matar. Y sí, resulta que lo es. Pero nadie levanta la voz e Irene Montero se hincha a decir barbaridades.
Adenda: El Consejo de Ministros es una pocilga maloliente