Balas que silban como si fuera
música de armonio cual si
se escribiera
en un pentagrama.
Cuerpos desgarrados, sangre que
se consuela por las grietas de los
duros suelos.
Caballos de acero que van
proclamando que sus cascos,
son de puro hierro.
Jinetes de la apocalipsis, con las cuatro
plagas, que cubre el manto de la negra
noche, en los cementerios.
Pueblos arrasados, niños que
mueren sin conocer
alegrías de infancia.
Dictadores que protegen en Palacios
sus propias existencias.
Pueblos rebelados, matanzas
sangrientos.
Hambrunas como mal,
endémico.
Flores que tiñen con gotas de odio.
Rencillas, y miembros mutilados,
muñones de bomba
sorpresas.
Armas fabricadas en lejanas tierras.
Petróleo explotado, por jeques,
y señores que hablan inglés,
Alemán, o Sueco.
Diamantes de Sangre, que son
moneda de cambio, entre los
negreros.
Pueblos sometidos, desplazados,
refugiados en miseros poblados,
en tierras infectadas.
Paz nunca alcanzada, quimeras
soñadas, fantasías de niños
que se alimentan
con cuentos de viejos.