Quiero contarte una historia, por favor no me interrumpas, intentaré no alargarme: en la actualidad, los jóvenes creen saberlo todo, vivimos en un tiempo en el que lo inmediato prima, por eso ya casi no quedan periódicos. ¿Quién va a querer leer, hoy, noticias de ayer en papel, cuando el dueño del presente, internet, nos permite saber ahora lo que pasó hace diez minutos a miles de kilómetros de donde te encuentras? ¡Qué más da que sea mentira o verdad!
Las aplicaciones móviles nos han enganchado a todos, a mayores y jóvenes. ¿Quién no ha visto alguna vez Facebook, Instagram, TikTok? Eso no tiene por qué ser malo, pero hay que saber seleccionar qué, cómo y cuánto ver, eso es lo complicado. ¿Qué dirían ahora los que llamaban caja tonta a la televisión? No recuerdo bien el nombre de un filósofo español que dice que, hoy día, no hace falta Universidad, todo lo tenemos en el bolsillo, pero sólo si, realmente, quieres aprender. Si lo que quieres es sacarte una foto y ver cuántos likes te dan, pues solo serás un borrego; esto último lo digo yo.
Vivimos en la inmediatez del pan precocinado, en pensar que sólo hay que llegar a la meta, y luego, todo estará solventado. Y no es así, fíjate en Greg Oden, prometedor pivot, número uno del draft de 2007, que apenas pudo disputar poco más de cien partidos en su carrera en la mejor liga del mundo, lastrado por las lesiones. Parecía que todo en él estaba encaminado a lograr el éxito. Sigue viviendo, pero no como esperaba. El camino es largo, aunque el fin parezca próximo, y el éxito… el éxito nunca es inmediato.
—¿Qué haces hablando solo de nuevo?
—Te equivocas, hablo con mi pequeño proyecto de bonsai. Me han dicho que hablarle a las plantas las ayuda a crecer más y mejor.
—Pues, mientras más le hables, más crecerá, y al traste con «tu pequeño proyecto».