Paseo Literario
SECRETOS
Se cercioró de que no había nadie más, miró varias veces en derredor suyo, y, cuando estuvo seguro, gritó, con toda la fuerza de la
Se cercioró de que no había nadie más, miró varias veces en derredor suyo, y, cuando estuvo seguro, gritó, con toda la fuerza de la
No sabía cómo colocarse. En El Lomo siempre hacía frío, aunque estuviéramos en verano. Y a las seis y poco de la mañana, más. Ese
Se marcha, subiendo por la destartalada escalera del bareto de la Atalaya de Santa Brígida. Aquél al que me arrastró algún que otro viernes con
Llueve, pero sólo en sus ojos. Sin saber cómo, ya va por El Rincón, conduce en piloto automático y, sin embargo, de repente ya no