Julio, el relojero de San Isidro: el hombre que le daba tiempo al tiempo

 

En el corazón de Gáldar, entre el ir y venir de sus vecinos, había un lugar donde el tiempo no pasaba en vano. Era el taller de Julio, el relojero de San Isidro. Un espacio modesto, pero lleno de tesoros: relojes de pared que marcaban las horas de toda una vida, pulseras que guardaban historias de amor, y collares que habían sido testigos de generaciones. Y en el centro de todo, Julio: un hombre callado, de manos sabias y sonrisa amable, que no solo reparaba objetos, sino que curaba recuerdos.

Hoy, con una profunda tristeza, pero con un agradecimiento infinito, despedimos a una de esas personas que, sin aspavientos, tejen la identidad de un pueblo. Julio era mucho más que un artesano; era un confidente, un guardián de la memoria colectiva de Gáldar. Para muchas familias, llevar una joya estropeada a su taller era una tradición tan natural como ir a la plaza o saludar a los vecinos. Sabías que, en sus manos, todo volvería a brillar con la dignidad del primer día.

Su magia no residía solo en su habilidad técnica, sino en su calidez humana. Mientras ajustaba un engranaje o soldaba un eslabón, preguntaba por la abuela, por el hijo que estudiaba fuera, o por el nieto que acababa de nacer. Así era Julio: cariñoso, cercano, el oficiante de un ritual que iba más allá de lo material. Él entendía que detrás de cada reloj parado había una historia que merecía seguir latiendo.

Su partida nos emociona enormemente porque con él se va un pedazo de nuestra cotidianidad, un faro de serenidad en un mundo que a menudo avanza sin pausa. Pero su legado es, precisamente, ese regalo infinito que perdura en el tiempo: en cada tick-tack que aún resuena en las salas de nuestras casas, en cada joya que continúa brillando en una celebración, en cada anécdota que se comparte con una sonrisa.

Gáldar pierde a su relojero, pero gana para siempre la leyenda de un hombre que supo darle valor no solo a los minutos, sino a los momentos. Que descanses en paz, Julio. Y que allá donde estés, los relojes marquen siempre la hora de la tranquilidad y la felicidad que tanto nos diste.

Gema Diaz. Directora de la revista digital masnosotras.com

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