Finde Nius 20

EL CONGRESISTA ARREPENTIDO EN EEUU… A BUENAS HORAS.

               

El congresista se llama Jared Golden, un veterano del Cuerpo de Infantería de Marina de Partido Demócrata, vecino de Lewiston (Maine). Sí el mismo sitio que se ha hecho horriblemente famoso por los disparos indiscriminados que acabaron con la vida de 18 personas y dejo a 13 heridas. Robert Card, un exinstructor de armas del ejército americano, descargó su arma contra los indefensos asistentes a una bolera y el bar cercano Ahora se disponen de informes que hablan de que había estado escuchando voces. Tras el trágico suceso, se quitó la vida, cosa que al parecer ya había previsto al dejar los números de las claves de su teléfono y la cuenta del banco a un familiar.

                A mí, lo que más me alucina, es que las tres armas que se encontraron en el lugar donde apareció el cuerpo no eran ilegales. Las había comprado. ¿Comprado? ¿Dejan comprar armas a gente que oye voces? Pues sí. Me vino a la cabeza, inevitablemente, el documental de Michael Moore con el que ganó el Óscar al Mejor Documental en 2002 “Bowling for Columbine”. Una de las secuencias que más me impresiona de él es cuando decide ir a un banco (el North Country Bank, para más señas), porque tenían un anuncio en el periódico de que si abrías una cuenta de depósito te regalaban un rifle. No una batería de cocina o una tele de plasma como aquí. No. Un rifle, así tal cual. Y eso que se hizo pasar por tonto a ver si eran capaces de darle un arma a un tonto. Pues se la dieron. Es más, después se dirigió a la cadena de supermercados K-Mart a comprar balar de 9mm. Que sí, que he dicho bien supermercado. Quiero demostrar que las cosas allí son como son y, por eso, pasan las cosas que pasan. No tenían límite de venta y compró todas. A un tarado (simulado) le dieron un rifle y balas para matar a toda una universidad. Tienen que ver ese documental. Es el mejor que he visto en mi vida.

                Retomo con mi relato del congresista. Después de haber estado defendiendo la venta de armas, tras la masacre ocurrida en su ciudad, se ha dado cuenta de que estaba viviendo en un error. Se lo tuvieron que poner en la puerta para que lo viera con claridad. Que fácil es hablar y decidir sobre las desgracias ajenas, pero cuando te tocan de cerca ya no son iguales. Ahora se siente culpable. Bueno, a buena hora y con sol. Pero le honra y trascribo sus palabras que, espero, hagan que otros miembros del Congreso de los EEUU empiecen a ver la luz. Y dijo: “Me he opuesto a los esfuerzos por prohibir las armas de guerra letales, como el rifle de asalto que se utilizó para cometer estos crímenes. Es hora de asumir la responsabilidad de este error, por lo que ahora insto al Congreso de Estados Unidos a prohibir los rifles de asalto como el que usó el enfermo autor de este asesinato masivo en mi ciudad natal de Lewiston, Maine”. Así, sí.

MATTHEW PERRY O CÓMO SENTIRSE COMO UNA BOTELLA VACÍA.

Cuando vives rodeado de artistas, ya nada te sorprende. He visto muchos ídolos caer y, algunos a los que idolatraba se cayeron del pedestal con estrépito. Lo peor es cuando llevas tantos años en este mundillo que los has visto ir cayendo por una ladera por la que es muy difícil volver a escalar. Nunca fui un espectador de “Friends” salvo de algunos capítulos sueltos que he de decir que estaban impecablemente guionizados. Me imagino que me coincidieron en una etapa de mi vida en la que tenía otras prioridades. Aun así, siempre me encantó el personaje de Chandler en la sitcom (telecomedia, que diríamos aquí). Un personaje creíble y perfectamente interpretado por Matthew Perry. Bueno, cuando ya llevas muchos capítulos es como si el personaje ya fuera uno mismo. De hecho, hay muchos ejemplos de personajes que acaban comiéndose a la persona. Recuerden a Johnny Weissmüller que se creyó que era Tarzán en la vida real, por poner un ejemplo manido, pero efectivo.

                La noticia saltó inesperada. Encontraron muerto a Matthew en el jacuzzi de su casa de Los Ángeles. De verdad les digo que, si hubiera tenido que ir a un centro de cirugía para que me pusieran una cara nueva, habría elegido la de él. No lo digo de ahora, siempre lo he tenido en la cabeza. Quizás por ello me impresione tanto su muerte. Tanto talento que dar todavía y la botella acabó con su poder, como a la “Eloise” de Tino Casal (bueno, la canción es original de los gemelos Barry y Paul Ryan). Y lo que me apetece contarles es el que esa desazón interior de cuando te encuentras vació como botella a la que se le perdió el mensaje es un camino que no se puede recorrer solo, porque te lleva por pasajes tortuosos para evadir la realidad. Y lo fácil, los opiáceos, el alcohol, el sexo y algunas adicciones más que, cuando se hacen por compulsión, ya no se disfrutan.

                Matthew no pudo aplacar sus demonios interiores, y los ahogaba en alcohol mientras les pedía que salieran de su vida. Más de 10 ingresos en centros de rehabilitación. Incluso creó la Perry House para tratar a individuos con adicciones. Con 54 años dejó una vida que le dio todo y se lo quitó con el mismo ímpetu. Que su ejemplo sirva para los que todavía están a tiempo. Siempre he dicho que yo no he probado las drogas, porque seguramente me hubieran gustado. Chico listo. A mi edad puedo presumir de haber sido feliz. Y eso, a estas alturas, es mucho.

Y LOS ROLLING STONES OYERON A LOS BEATLES EN EL CLÁSICO REAL – BARÇA.

Siempre fui, más de los Beatles que de los Rollings. De hecho, en “Popglish” un musical que dirigí en el que los intérpretes debatían si era mejor la música de ahora o la de antes, hacían la pregunta directamente al público y, “juraíto”: división de opiniones. Pero este fin de semana el morbo estaba servido. El Barcelona, en sus camisetas, lucía el logotipo de sus Majestades Satánicas The Rolling Stones. Por otro, teníamos al ídolo que se ha metido al madridismo en el bolsillo Jude Bellingham y que le cantan cada vez que marca un gol (y se está saliendo de la tabla por arriba) la canción de los Beatles “Hey Jude”. Esa que dice: “Hey, Jude, don’t make it bad / Take a sad song and make it better (Oye, Jude, no te sientas mal / Coge una triste canción y hazla mejorar).

                Pues que mejor que una rivalidad Real-Barça para dirimir, con espadas en alto, el eterno debate Beatles-Rollings. Porque Jude Bellingham, como dice la letra, tan obediente el chiquillo, cogió la canción que estaba ofreciendo el Madrid en la primera parte que sonaba desafinada, con cada instrumento por su lado y nadie que dirigiera la banda; y la hizo mejorar. Vaya si la hizo mejorar. Por lo pronto, como si fuera un golpe de batería, pegó un zapatazo que se coló por la escuadra de Ter Stegen que hasta los oídos le pitaron. Y, antes de terminar la canción, cerró con la genialidad de estar en el sitio que hay que estar como el Raúl de sus mejores tiempos. Y le sacó la lengua al barcelonismo. Esa misma que enseñaron en el logotipo de los Rolling en las gradas (¿a los madridistas?) para agasajar a los invitados de excepción en el palco de Estadio de Montjuic Mick Jagger y Ron Wood promocionando su nuevo disco “Hackney Diamonds”. Solo por verlos en persona, bailando sus propias canciones por la megafonía, habría valido la pena comprar la entrada. ¿Dónde estaría Keith Richards? Seguramente buscando a Jack Sparrow.

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